CAPITULO SEIS.

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Mis hermanos y yo habíamos acordado no decirle nada a Alma, me sentía mal por ocultarle eso cuando era algo tan delicado, pero era lo mejor por ahora. Quería creer que mi hermana confiaría en mí al momento de decirle la verdad, pero sinceramente no sabía si me creería.

Alma estaba muy enamorada y ahora que estaba embarazada quizás terminaría peleándome con ella al decirle la verdad. Fue por eso que seguimos el ritmo tal y como acordamos en silencio, mi hermana estaba emocionada por su embarazo y poco a poco mis hermanos cedieron y comenzaron a fantasear cómo sería volver a tener un bebé corriendo por la casa.

Arturo incluso llegó a decir que le compraría un caballo para enseñarle a montar, alegando que ese bebé sería un gran jinete. Las cosas fueron tomando tranquilidad y todos dejaron el enojo aún lado.

Aún así, yo seguía preocupado. Alma había dicho que Ignacio se iría de viaje a Florida y después de eso él hablaría con nosotros porque nos tenía una sorpresa grandísima. Por más que trate de sacarle información respecto al tema, mi hermana selló sus labios, riendo ante mis muecas de frustración.

No quería más sorpresitas de Ignacio, con la última tuve suficiente. Solamente esperaba que cuando regresara de Florida fuese lo suficiente hombre para venir y decirle las cosas a mi hermana, porque por más que yo quisiera abrir la boca, eso era algo que le correspondía solamente a Ignacio, él era el que debía recibir el coraje de Alma y no yo o mis hermanos, aunque claro que al final ella terminaria molesta con nosotros por no decirle antes, pero esa molestia sería más por las hormonas del embarazo que por otra cosa.

Esa mañana mis hermanos habían ido a impermeabilizar un techo mientras yo estaba desahogando mis problemas con Tomás mientras le ayudaba con la construcción en la que trabajaba. Mi único trabajo era hacer lo que él me decía y se basaba en transportar la tierra en la carretilla, porque muy apenas sé lo que es preparar una mezcla y eso, porque no puedo entender el motivo de echarle arena al cemento. ¿No se supone que solo debe vertirse agua?

—No pues si está grueso, carnal. —Tomás suspira, limpiando el sudor de su frente cuando termina de escuchar toda la historia. —La verdad creo que Almita no va a tomar esto nada bien, puede ser peligroso, más ahora que está embarazada.

—Peligroso sera si se termina enterando avanzando los dos meses de embarazo. —sacó una botella de agua y se la lanzó, destapando una propia. —Pero tienes razón, ella no tomara bien la noticia, pero creo que es lo mejor. Ese tipo no le conviene Tomás, Alma merece alguien mejor, que la ame sin mentiras.

—Pero Alma lo ama a él, Thiago. —Tomás me mira con seriedad, tapando su botella. —Eso ni los muchachos ni tú pueden cambiarlo, y ps, también está su bebé, ese niño no tiene la culpa del padre que le tocó.

Llevó mis manos a la cadera, tomando aire con ligera molestia. Tomás tiene razón, son dos cosas que no puedo cambiar, Alma ama a Ignacio aún pese a mis consejos y los de mis hermanos.

—No sé. —suspiro, viendo a Tomás acomodar la mezcla. —Creo que él también la ama, lo ví en sus ojos.. pero si fue capaz de mentirle de esa manera solo para que mi hermana lo aceptara y se entregara a él. Simplemente no puedo dejar de pensar que lo único que quería era aprovecharse de ella.

—Pero si Alma quiere estar con él no puedes encerrarla y prohibirselo, Thiago. Es el papá de su hijo, y si Ignacio quiere estar presente en la vida de ese bebé no puede negarselo, aunque ninguno de ustedes esté de acuerdo. —Tomás soba su nuca, tratando de hacerme ver ciertas cosas y por más que quiero negarlo, él tiene razón.

A última hora si Ignacio quiere estar presente en la vida de mi sobrina no puedo negarselo, menos si Alma así lo llegara a querer. Hay muchos contras para mi decisión de alejar a Ignacio de mi hermana, pero la realidad es que eso ya es sólo elección de ella, después de todo es ella quién carga con algo en el vientre.

𝐌𝐈 𝐑𝐄𝐈𝐍𝐀 | 𝑨𝒏𝒅𝒓𝒆𝒂 𝒅𝒆𝒍 𝑱𝒖𝒏𝒄𝒐.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora