CAPÍTULO II

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Piper estaba acostumbrada a tener experiencias raras de vez en cuando. La ocasional diosa de la tierra que planea destruir el mundo, el siempre casual gigante caníbal que secuestró a tu padre, el constantemente inoportuno hecho de que tu mejor amigo se inmoló a lomos de su dragón. Cosas con las que había aprendido a lidiar.

No obstante, el ser enviada unos cinco años al pasado... y tener que volver a cursar sexto, era más de lo que podía soportar.

Durante el resto del curso, Piper intentó no pensar demasiado en el asunto. Los estudiantes se comportaban convencidos como si la señora Kerr—una rubia alegre que Piper no había visto en su vida hasta que subió al autobús al final de aquella excursión—era su profesora de introducción al álgebra desde Navidad.

Piper decidió que no sería ella quien les contradijese.

Decidió enfocarse en sí misma, en su vida, para ser exactos. Se las arregló para contactar con su padre, o al menos la versión de él en aquella bizarra línea temporal. No habían habido muchos cambios en su historia, todo era literalmente lo mismo que en su vida de siempre hasta el verano pasado, en donde en lugar de alguna escuela en Malibú, Piper había insistido en inscribirse en la Academia Yancy, al otro lado del país.

No había explicación alguna para ello. Y su padre tampoco tenía mucho tiempo para hablar, cosas de actor de Holiwood.

Luego estaba el caso de Leo. Él también parecía haber tenido la misma vida de siempre. Su familia le repudió tras la muerte de su madre, asesinada por Gaia; quedó al cuidado de los servicios sociales, entrando y escapando de casas de acogida una tras otra. Eso sí, en lugar de la ruta que eventualmente le llevó a la Escuela del Monte, esta vez terminó, por orden del juez, en la academia Yancy.

Y eso sólo dejaba a Jason.

De él no sabían casi nada desde su desaparición a los dos años. Su madre había muerto el año pasado, y Jason supuestamente había terminado con los servicios sociales antes de ser inscrito en Yancy. Todos los años que debería de haber pasado en el Campamento Júpiter adiestrándose estaban en blanco.

En otras noticias, el clima seguía enloquecido. Una noche, una tormenta reventó las ventanas de la habitación de los chicos. Unos días más tarde, el mayor tornado que se recuerda en el valle del Hudson pasó a sólo ochenta kilómetros de la academia Yancy. Uno de los sucesos de actualidad que estudiaron en la clase de sociales fue el inusual número de aviones caídos en el Atlántico aquel año. Jason insistía en que su padre estaba furioso por algo, pero no conseguía recordar por qué.

No todo era malo. Por primera vez en un largo tiempo, Piper se sentía como una persona normal haciendo cosas normales con un novio normal. A pesar del desplazamiento temporal, a pesar de que, como siempre, las chicas superficiales y crueles le molestaban por ser nativo-americana, a pesar del clima. Ella estaba pasando un buen tiempo. Iba a clases con Jason, Leo y Grover, pasaba tiempo con ellos sin preocuparse sobre si algún monstruo les atacaría, fingía no ser una semidiosa, fingía no saber quién era su madre.

Era como sus falsos recuerdos sobre la Escuela del Monte, todo hecho realidad de la forma más bizarra posible.

Además, parecía estar haciéndole bien a Jason. Él jamás había asistido a un colegio normal, se había criado entre lobos y crecido como soldado. Verle estresado por cosas tan simples como clases de inglés, matemáticas o sociales era incluso divertido para Piper: Jason Grace, el cónsul de semidioses, terror de los gigantes, asustado por el examen de álgebra.

Otra agradable sorpresa fue la clase de latín. Quirón, fiel a su costumbre como profesor, sabía como motivar a sus alumnos. Contaba historias, chistes, y les dejaba jugar en clase. También tenía una colección alucinante de armaduras y armas romanas, cosa que, por supuesto, capturó la atención de Jason. En los días de competición, incluso se disfrazaba como un legionario y gritaba "¡Adelante!" Mientras los desafiaba, espada contra tiza, a que corriesen a la pizarra y nombrasen a todas las personas griegas y romanas que vivieron alguna vez, a sus madres y a los dioses que adoraban.

El Ladrón y el RayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora