Capitulo 3

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Maddie

(Mensaje)

An, sí iré a la fiesta. Solo por ti. ¿Vale? 🐱🎀

(Borrador)

Estaba indecisa. No sabía si enviar el mensaje o no. Ni siquiera había pedido permiso. Pero, era un problema menor. A mamá ni siquiera le importaba, solo me decía que tuviera cuidado, que "un preservativo me podría librar de 9 meses de sufrimiento."

Me caga que me dijera así. Sabiendo bien que no soy de esas chicas. Ni siquiera soy atractiva. De hecho, nunca he tenido novio. ¿Ahora tener sexo? Puf, jamás.

(Mensaje enviado)

Sí, mandé el mensaje. No lo podía creer, pero quería despejar mi mente del estrés académico y del hogar.

Aunque me incomodaba la idea de que irían todos los estudiantes, pero ya estaba  acostumbrada a sus malos comentarios y forma pesimista que tenían conmigo. Ya ni me importaba, si acaso, de hecho ya no me afectaban. Estaba cansada de todo, así que ya no me importaba nada.








🎀*********🎀

—¡Me alegra que vayas a la fiesta! No sabes lo muuuuuy feliz que estoy.

—Annie, no seas dramática.

—Y tú no seas aguafiestas, eh. Sé que te va a encantar. Irán chicos, quién sabe, capaz encuentres al amor de tu visa. Digo, tu vida.

Corrigió mientras se reía de mi cara desconcertada.

—¿Ah? ¿Qué es eso de mi "visa"?

An estaba muy emocionada, sus ojos podían resaltar el brillo que llevaba. A pesar de todo, siempre era muy optimista.

—Ash, nena, irán extranjeros. ¿Te imaginas que Eddy sea uno de ellos? ¡Me muero!

—Ay, y dale con eso... ¿Aún siguen en relación?

—Sííí. ¿Puedes creerlo? Aún sigue conmigo. Aún me ama. Por fin alguien me ama después de mi fallecida madre. Que en paz descanse.

Expresó en tono triste. Me dolía escucharla hablando así.

— ¿Y yo qué? Yo daría la vida por ti. ¿Ya me reemplazó tu "virtualito"?

Rodeé los ojos resentida. Ya me estaba poniendo celosa.

—Uy, virtualito. Virtualito, virtualito.

Dije divertida. Me fascina fastidiarla y recordarle lo muuuuy lejos que está.

—En primera, no, no te he reemplazado. Y, no le llames "virtualito", me recuerda a que está muy lejos de mí.

—Bastante.
Añadí.

Acentió y para molestarme me tocaba los cachetes. Odiaba eso, pero, de ella sí me gustaba.

—Mi cachetona guapa.  ¡Roaaarrrr!

Rodeé los ojos y la tomé de la mano, pues ya estábamos tarde a nuestra clase de Matemáticas, y vaya maestro que nos tocó. Es bien amargado.

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