Capítulo 11

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Maddie

No lo puedo creer. Tuve mi primera resaca. Mi primera noche de fiesta.

Estoy emocionada. Simplemente, me siento parte del mundo. Quizás se ve raro, pero sí. Me siento parte de todo esto.

Me puse de pie y procedí a ducharme. Estaba cansada y me dolía toda la cabeza, quería vomitar. Ash, todo esto es nuevo para mí.

Terminé de ducharme, me alisté y salí a desayunarme.

—¿Dónde estabas anoche?

Oh, oh... Cierto, mamá aún vivía en esta casa.

—¿Qué?

Mamá tomó un poco de café, suspiró y me miró relajada.

—¿DÓNDE ESTABAS ANOCHE?

Bueno, tan relajada no estaba.

—E-en...en una fiesta.

Estaba temblando. No sé por qué, pero me asusta ver a mi madre enfadada.

—Maddie, ¿cuántos años crees que tienes?

—Dieciséis.

Admití.

—Exacto, y ya te crees grande.

—Claro. Porque mis supuestos padres creen que estoy grande para vivir sola. ¡Entonces estoy grande para salir!

—Cállate. Te podrían escuchar.

Todavía no podía asimilarlo. ¿Mis padres piensan dejarme vivir sola? Pero, solo tenía dieciséis. Sí, sé que hay mucha gente por ahí más joven y todo eso. Pero... ¡Tengo a mis padres! Se supone que no hay razón alguna para esto.

—¿¡Te asusta que todos sepan que me quieres dejar sola!? ¡Sin cuidado de nadie y sobreviviendo!

Mamá se puso de pie y bufó.

—No digas tonterías. Te vamos a mantener... Seguirás estudiando y continuarás con tu vida. La única diferencia es que no estaremos aquí. Bueno, solo cuando lo necesites.

Cada vez me preocupaba más esto. Ver a mi madre tan relajada al saber que su propia hija estará sola sin razón alguna. Solo porque...¿les nació?
¿Acaso no siente un poquito de aprecio por mí? Sé que no, sus acciones y palabras lo dicen todo. Pero, solo quería ver un poco de afecto. ¡Un poquito!

—No sé por qué te molestas al saber esto, Maddie. Nunca estamos para ti, solo nos veíamos de noche cuando salías de tu habitación, nunca estamos contigo, te hemos acostumbrado a la soledad. Creo que te acostumbrarás. Créeme que sí.

Mierda. Ni siquiera parecía mi madre. Parecía de todo menos una madre.

—¿De verdad soy tu hija?

Mis ojos se tornaron llorosos.  Mi corazón estaba en mil pedazos. No podía creerlo.

—Sí. Lo eres. Pero, no soy tu madre. Sé que una madre no haría algo así, así que no me llamaría madre.

—Eres un asco, ¿sabes? ¡Ojalá y te mueras!

Salí corriendo de casa. No quería estar allí. Quería ir a un lugar, no sabía a dónde.

Caminé y caminé sin dirección alguna.
Creo que estaba perdida. Pero no me importaba, mi vida no tenía sentido alguno. No tengo padres, no tengo amigos (claramente Jennifer es una conocida que me ayuda en lo que puede), no tengo familia en sí. Nunca conocí a nadie de mi familia, mis padres decían que no necesitaba conocerlos...¿Para qué?

A día de hoy solo quisiera morir...

Me sentía bastante mal, mi vista se tornaba borrosa, me sentía mareada, débil...sin...sin fuerza.

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