Los Sarocha ☺️

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Maratón 3/3

Freen

Después de la pedir a mi hermosa castaña que fuera mi novia, su padre pidió hablar conmigo.

— Freen — todos volteamos al escuchar la voz de don Francisco.

— Si señor? — mi cuerpo se helaba, pero fuera lo que fuera, yo defendería mi amor por becky.

— Acompáñame al despacho de mi hija — miro a Becky pidiendo aval.

— Padre yo creo que — la interrumpi, yo tenia que aclarar las cosas con él, si quería que lo nuestro funcionará.

— No te preocupes amor, todo va estar bien — antes de salir, bese a mi mujer y  a mí pequeño monstruito le di un beso en la cabeza. Necesitaba fuerza.

Cuando entre, este ya estaba sentado en la silla del escritorio de Becky y con un vaso de whisky en la mano y ya preparando uno que me imagino que era para mí. Entre al lugar, pedí permiso para sentarme y al hacerlo este me ofreció el trago que suponía era para mí.

El silencio reino durante un minuto, mientras cada uno daba un sorbo a nuestras bebidas, hasta que él, decidió cortar el silencio.

— Que quieres de mi hija? — su mirada era inexpresiva y eso me ponía nerviosa.

— con todo respeto señor, que no quiero de ella? — pude notar sorpresa en su rostro. — La amo, como nunca pensé que se pudiera amar. — acomode mi cuerpo en mi silla, porque sabía que este era mi momento de hablar — No crea que es un juego para mí, o estoy con ella porque tenemos un hijo en común — pausadamente quería que el señor entendiera todo lo que le diria— Estoy con su hija porque desde el primer día que la vi, me di cuenta de lo tonta que fui al no pedirle su número, nombre o si quiera algo como localizarla. Becky es la viva evidencia de que las personas perfectas si existen y para mí ella es la perfección hecha mujer. Señor — él solo me miraba pero no decía nada, sus gestos eran planos — daría mi vida si es posible para que a Becky y a mi hijo no le falte nada  en este mundo, ellos dos son mi vida.

Tome un sorbo, al ver que él no hablaba me sentí fuera de onda, no sabía si estaba hablando de más o lo que decía no lo lograba convencer. Pero a la mierda, no tenía que convencerlo a él, con que mi mujer me aceptará ya tenía suficiente.

Pasaron dos minutos y el señor nada que hablaba solo me observaba y ya, me sentía incómoda y estaba dispuesta a levantarme y retirarme, entendiendo que ya la conversación terminó pero cuando lo hice me detuvo.

— se que no he Sido justo contigo — por primera vez pude ver expresión en sus ojos, era tristeza y arrepentimiento — he lastimado a mi hija demasiado y ella siempre ha hecho todo por complacerme — un silencio reino cuando vi sus ojos cristalinos — freen... — su voz entrecortada me dolía escucharlo a si — solo cuida de ella y hazla feliz, mi nieto y ella son lo más valioso de mi vida — sonreí, por fin me aceptó — y si tienes razón — estaba caminando hacia la puerta cuando me detuve y lo mire.

— en qué? — pregunté con curiosidad, se había dicho tanto, que no se que me daba razón.

— mi hija es la perfección hecha mujer, ella es única — camine hacia su dirección y lo abrace, sabía que el viejo necesitaba eso, habia estado cargado con mucho peso últimamente.

Salimos del estudio y todos estaban al pendiente y por experiencia propia sabía que nam y noey, habían puestos sus orejitas en la puerta, ya que lloraban como Magdalena.

La noche fue única y especial, todos estábamos felices, bec no podía salir del asombro de que su padre nos haya dado la bendición y mucho menos de que todos estuviéramos en familia compartiendo un grato momento.

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