Rebecca Amstrong

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- Puedes por favor dejar de moverte a todos lados, de verdad necesito que termines de cenar y vayas a dormir, no pienso permitir que la ruta te deje de nuevo, okey? — exclamó Becky mientras se dirigía a su pequeño niño de ocho años que terminaba su rica y deliciosa, cena de papitas al horno con carne con especias.

- ¡Mamá!, ¡Mamiiiii!, puedes venir por favor — Gritaba aquel niño desde el baño a su castaña madre. 

- Pero que es la urgencia que te tiene dando gritos por toda la casa Francesco? — Preguntaba Becky atónita con los gritos de sus hijos a altas horas de la noche — Por tu bien espero que ya hayas salido de la bañera y estés en tu cama listo para dormir — sentencio la joven madre ya molesta por la actitud de su hijo.

- Era de eso que te quería hablar — esbozo el niño una pequeña sonrisa  cuando vio a su madre entrar al baño con cara de pocos amigos — Te quería preguntar si ¿ me puedo quedar hasta que mis dedos estén como los viejitos? 

- Debes estar bromeando Frank, sabes que horas son? — La voz de la madre tomaba altura al ver la tranquilidad con la que su hijo manejaba el asunto. Eran las nueve de la noche y el ya debería estar durmiendo, no metido en la bañera jugando con los paticos.

Después de una larga conversación con su hijo del porque no debería durar hasta altas horas de la noche jugando en la bañera por fin pudo lograr que este durmiera. Era la rutina diaria de la joven madre, Francesco era su vida, su motor y su mas grande amor, pero a veces se convertía en el pequeño terremoto de su vida.

Sentada en el sofá  Chaise Longe de origen francés, color beige  de su gran sala, acompañada de una gran copa de vino Romanee Conti 1945, mirando a la nada y reflexionando todo, ¿Qué había pasado con esa gran Rebecca de la universidad, en qué momento su vida cambió tanto?, eran las preguntas que pasaban por su cabeza. Y no lo malinterpreten, su hijo era lo mejor de su vida y jamás se arrepentiría de haberlo tenido, pero qué hubiera pasado si ... Era ridículo pensar en eso ya. 

Rebecca Armstrong de tan solo 29 años,  una de las mejores publicista del país de la ciudad de los ángeles, Colombiana de nacimiento y a sus 22 años partió al ciudad Norteamérica junto a su familia. Si se hablaba de Becky, como sus familiares y más a llegado solían llamarla, se debía hablar de belleza. A pesar de que ya era madre mantenía un cuerpo atlético envidiable, 1, 68 cm de estatura,  con  tonalidades de color de pelo entre el rubio oscuro y el negro  que le llegaban hasta sus hombros , unos pómulos bien formados, ojos grandes, cejas altas que enmarcaban bien su mirada y labios de grosor medio; una mujer determinantes, inteligente y muy sexy era una de las tantas  característica  que aportan  a su gran atractivo.

 A pesar de que ya era madre mantenía un cuerpo atlético envidiable, 1, 68 cm de estatura,  con  tonalidades de color de pelo entre el rubio oscuro y el negro  que le llegaban hasta sus hombros , unos pómulos bien formados, ojos grandes, cejas alt...

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Hija del gran Francisco Armstrong un inglés que por los años 80 llego a Colombia en busca de aventura y gracias a su gran astucia y conocimiento formo una de las empresas mas grande y exportadoras de cafés a nivel nacional y mundial. Se enamoró de Patricia Sarmiento, hija de uno de los grande empresario de aquel país sudamericano. Tuvieron dos hermosas niñas Irin de 36 años y Rebecca de 29, las criaron como las verdaderas princesas de cuentos de hadas, fueron a las mejores escuelas y  mas prestigiosas universidades del país cafetero. 

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