Estoy atormentada por el pasado, la imagen asquerosa todavía persiste en mi mente, él me sentenció a odiar el contacto físico.
Pero al final, toda mi historia se resumió con una frase: Alguien me cogió a pesar de mis espinas.
Por cierto, la obra es...
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Recuerdo que este día pude abrirme más con Dominic.
Al día siguiente abrí los ojos y ahí estaba él, rodeándome la cintura con sus brazos, escondiendo su cara en mi pecho, su pelo negro sedoso me hacía cosquillas cuando se rozaba contra mi cuello.
Al parecer debíamos de estar en su habitación, no recuerdo como llegamos hasta aquí, lo que sí sé es que por fin pude contarle a Dominic aquel secreto que me llevaba consumiendo todo este tiempo.
Dominic comenzó a removerse y levantó la cabeza, para mí sorpresa me lanzó la pregunta directamente.
-¿Se puede saber por qué narices saldrías con ese estúpido?- Me preguntó enfadado.
-Lamentablemente tenía mis motivos, cuando lo conocí estaba pasando una época horrorosa, tenía una salud débil y no paraba de ponerme mala, dejé de salir tanto de casa, me sentía sola y frustrada, no podía hacer nada de lo que quería, y entonces vino él- dije haciendo una pausa- Me dijo palabras bonitas, me dió algún regalo, y yo como tonta caí. Tan solo quería pasar el tiempo con alguien, tener un novio como mis amigas, ir a nuestras citas, y al final lo único que obtuve fue que tras todo el año estando mal, intentaran forzarme, ¿Qué divertido verdad?
Recuerdo perfectamente aquella época, las discusiones constantes entre mis padres por mi culpa, día tras día caía mala en cama, hiciera lo que hiciera siempre volvía al mismo punto de partida. Muchas veces me plantee renunciar a todo y a todos, sentía que las espinas iban a brotar del interior de mi cuerpo, aquella manzana roja ya estaba podrida, no tenía sentido aprovecharla.
Las melodías de las canciones eran una de las pocas cosas que me hacían sonreír.
Mi cuerpo, derrotado se encontraba tirado en el sofá, mirando las nubes del cielo y preguntando cómo se sentiría que la brisa te acariciara, muchas veces tuve envidia de las aves, me fascinaba su libertad, volaban de aquí para allá como si nada, mientras que yo permanecía en una jaula.
Pero mis ganas de vivir, superaba cualquier obstáculo, quería tener un buen romance, y no como el que obtuve de Alfred, aquel cretino integral que no sabe como tratar a las mujeres, y cree que tiene el derecho de mangonearlas a su gusto.
Yo le quería, es cierto, pero ya no lo hago, no después de aquel momento, en el que sus labios chuparon los míos de forma asquerosa, no desde que lo revivo todas las noches.
Pero gracias, porque tuve una cosa en claro, no dejes que nadie te vuelva hacer daño, no ahora, porque...seguramente...no lo soportaría.
Mis raíces están a punto de secarse, llevo tiempo sin que me rieguen, y no soy un cactus, no soy independiente, no puedo ni quiero estar sola, pero la vida no quiso eso para mí, aunque, ahora no estoy sola, vivo con Dominic, y ¿Cómo sabía que no quería estar sola? Tal vez aquella noche mi mirada lo dijo todo.
Sí, seguramente fue eso, huí a sus brazos, es cierto, pero ya no tenía a nadie.
La gente cree que somos novios de verdad, para mí todavía es todo un misterio, sé que hay algo que también lo atormenta, un pasado oscuro, lo sé.
Estoy en un capítulo nuevo de mi vida, lo que me alegra bastante, creo que al lado de Dominic podré enfrentar a Alfred.
Estoy ansiosa por ver lo que me depara mi futuro.
Dominic se mantuvo en silencio, todo lo que hizo fue acariciarme el pelo y estrecharme contra él.
-Te entiendo, pero no creas que esto se va a quedar así Rojita.
En ese momento preferí hacer caso omiso al apodo que me acababa de adjudicar, estaba inmersa en mis pensamientos, recordando aquella época.
Todo el tiempo mala, los médicos no sabían nada, ibas de aquí para allá como una maldita noria, en aquel entonces tenía muchos planes a futuro, pero nunca podía hacer ninguno.
Creo que los pinchos de mi rosa crecieron demasiado, tal es por eso por lo que nadie quiso cogerme.
