Capítulo 1

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Kai

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Kai.

Tenía ocho años cuando mi padre murió, recuerdo que todo pasó en un abrir y cerrar de ojos, un día estaba con mi padre en ese viejo departamento mientras él me enseñaba a dibujar, después comenzó a toser frenéticamente arrojando sangre en el proceso, mamá corriendo auxiliarlo para llevarlo al hospital, para después regresar con los ojos rojos pidiéndome disculpas porque papá había muerto, tenía ocho, no podía asimilar como la muerte llega tan rápido.

Después de la muerte de papá, mamá descubrió que había invertido todo su dinero y ganancia de algunas pinturas en un casa al otro lado del país, así que allí estábamos, empacando todo mientras mamá furiosa regañaba a mi difunto padre, aunque él no podría escucharlo.

–Es un idiota.-- arrojó una camiseta a su maleta– ¿No pudo comprar una casa más cerca? idiota, mil veces idiota.

La miraba fijamente sentado en el suelo, ya que el camión de mudanza ya se había llevado la mayoría de nuestras cosas.

–¿Qué tan lejos queda?-- pregunté curioso tratando de entender su enojo.

–Si tuviéramos el dinero suficiente, en unas dos horas y media en avión estaríamos ahí, pero no mi pequeña zanahoria, tendremos que hacer un largo viaje de casi tres días para llegar, en auto.

Mis ojos se abrieron a la par cuando mamá mencionó el viaje de tres días.

–No te asustes canelita, será divertido, un largo viaje en el viejo auto de papá.

Mamá tiene una larga lista de apodos para mi, ni ella ni papá entendían porque era pelirrojo, ninguno de los dos lo era, ni siquiera tenía familiares pelirrojos, mamá dejó de hacerse tantas preguntas un día y solo un soltó un "Ya fue, lo mande a imprimir de un solo color, me encanta el rojo".

Papá era un poco extraño, era un artista que me heredó su amor por el arte, también era un amante de algunos animales y su obsesión por los peces Koi, de hay mi nombre, obviamente mamá no dejo que me llamaran Koi, por lo que solo reemplazar la o por la a fue suficiente, papá solía llamarme pececito rojo, nunca entendí el porqué.

–Vamos Kai, hora de irnos.

Mamá tomó la maleta restante y antes de cerrar su puerta de aquel ya solo departamento suspiro, para tomarme la mano y bajar hacia donde el auto papá no esperaba.

–Papá nunca me enseñó a andar en bicicleta– comente al ver la bicicleta que me regaló hace un año por mi cumpleaños amarrada en el techo del auto – ¿Por qué no la dejamos?

–Tu padre era un idiota, el tampoco sabia andar en bicicleta, puedes enseñarte a andar en el nuevo vecindario, mas de un niño podrá enseñarte, ahora vámonos entre mas rápido mejor.

Subimos al auto y emprendimos el viaje hacia nuestro nuevo hogar, lleno de canciones y snacks que mamá compraba cuando hacía paradas, cerca del primer día de viaje mientras en el reproductor del auto sonaba una canción suave, mamá recordó algo.

Paintings of Pain.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora