Isabella se encontraba en el salón de belleza, las estilistas la miraron extraño cuando les mostró el corte que quería.
- Tu cabello es hermoso
- Lo donaré a los pacientes de cáncer - respondió
- Bien, supongo que ya es una decisión tomada, pero podría hacerte un corte femenino
- Debo hacer esto
Isabella comenzaba a dudar sobre su decisión, pero debía pensar en su familia. La estilista comenzó con el cambio de Isabella, para ella esa transición no solo era un cambio de look, era entender la vida de su hermano, la plática corta con la madrastra de Alejandro la había dejado pensativa, esa mujer la miró con algo de desprecio, además, no se veía consternada por la situación de Alejandro.
Su cambio de apariencia tardó una hora, cuando Isabella se miró al espejo era como ver a su hermano.
- ¿Tiene pelucas? - preguntó
- Sí, de todo tipo señorita, podemos pasar a verlas
- Por favor
La guardia de Isabella sería en tres días más y no podía llegar con ese nuevo corte, la estilista le mostró una gran variedad de pelucas, unas castañas, otras rubias, en distintos cortes. Isabella escogió al menos tres de su mismo tono en diferentes y dos más de color fantasía. Isabella sacó la tarjeta que le habían proporcionado, pagó.
Isabella salió directo a su auto, dejó la bolsa de pelucas en el asiento del copiloto, buscó una y se la colocó, era de cabello algo corto, le llegaba a los hombros.
Sin perder más tiempo fue a su casa, el camino a casa se comenzó a tornar pesado, si bien estaba haciendo eso por su familia, se sentía responsable por las deudas adquiridas. Se quedó un momento a fuera de casa, por un momento, todo se sintió extraño, se sintió fuera de lugar.
Después de algunos minutos, bajó del auto, respiró profundamente, exhaló, puso la mejor sonrisa que pudo y siguió hacia adelante, tomó sus llaves, abrió la puerta, al hacerlo vio una de las escenas más familiares que había en sus recuerdos, todos se encontraban a la mesa, mamá servía la comida, papá estaba platicando con sus hermanos. Todos la voltearon a ver, por un momento la miraron con asombro, ella no era de las que se hubiera hecho un cambio de look solo porque sí.
- Familia - saludó a todos
- Pasa a comer - dijo mamá
- Tengo algunos pendientes, saldré, tal vez me quede en el hospital
- ¿Todo bien? - preguntó su papá
- Sí, es solo que estoy llevando en seguimiento de un paciente, debo monitorearlo de cerca, es posible que sufra una muerte cerebral
Ambos padres miraron el rostro consternado de su hija.
- Los milagros aún existen - comentó uno de sus hermanos
Isabella sonrió, en el fondo ella esperaba que si sucediera ese milagro.
Sentado en su despacho, se encontraba Emmerich, revisaba la investigación que había mandado a hacer, Alejandro, no tenía hermanos, faltaba poco para que cumpliera 24 años, no tenía una pareja como tal, su único amigo era Jeremy.
Alejandro había estado en el hospital múltiples veces por algunas peleas escolares, había sido canalizado al psicólogo, en embargo, eso no había evitado que las adicciones lo alcanzaran, tenía problemas con el alcohol y la cocaína.
Barrel masajeó el puente de su nariz, había hecho bien en golpearlo hasta dejarlo en el suelo, lo que seguía sin entender era el suceso del día siguiente, se veía fresco, sin un rastro de golpes en el rostro, Emmerich, estaba seguro de que lo había dejado fuera de combate.
El teléfono de Emmerich timbró, revisó la barra de notificaciones, era su mujer, le había mandado algunas fotos sensuales, ella era el amor de su vida, por ella daba todo, a menudo se calificaba a sí mismo como un "volcán apagado".
Emmerich, sonrió.
- Hermano - Elke lo llamó por tercera vez
-Disculpa, me distraje un poco
- Esta noche es la cena con los Becker, espero que no me dejes sola como la última vez.
- No, esta noche no tengo ningún compromiso
- Solo era para confirmar e ir al salón de belleza
Emmerich miró a su hermana.
- Espero que no busques encamarte con Alejandro Becker
- Esperas mal, porque me gusta, así que haré lo posible por estar con él, en su cama - respondió
Elke disfrutaba de llevarle la contraria a su hermano, pero Alejandro no era un simple capricho para ella, él era alguien que recordaba bien del bar, si bien, no le había hablado con respeto y decoro, se le hacía un hombre interesante, de solo recordarlo se le enchinaba la piel.
Elke era una mujer de 20 años que se encontraba estudiando negocios internacionales, si bien no era lo que ella hubiera deseado no era tan mala en el tema.
Ella a su temprana edad solo deseaba sentirse amada, a decir verdad, jamás había tenido novio, había tenido uno que otro beso, pero jamás había estado con alguien, al principio, cuando su hermano le insinuaba que se acostaba con cualquiera le dolía ya que él era su única familia, con el tiempo lo fue superando, ella sabía quién era y su valía.
Salió de casa en su auto, llegó hasta su salón favorito, en donde en ocasiones asistía con su mejor amiga, por desgracia Leila había salido del país a realizar una maestría, Elke se sentía feliz por ella, pero en el fondo se sintió abandonada.
En casa Isabella miraba hacia el techo de su habitación, su cabeza estaba llena de pensamientos negativos, tenía miedo de ser descubierta, tenía miedo de ir a la cárcel, pero sabía que debía ser útil para su familia, además Alejandro también era su sangre.
Terminó de empacar algunas cosas y salió de su habitación, se despidió de su familia y siguió hacia su auto, metió su equipaje y salió rumbo a la casa Becker, el camino se tornó rápido, cuando aparcó a fuera del portón por segunda vez en día respiró profundo.
- Tú puedes hacerlo - se dio ánimos
El mayordomo la recibió y el chofer fue a estacionar su auto, el señor Becker la recibió en la puerta, la señora Becker la miró con desdén, los tres entraron a la casa. Esta vez Isabella se tomó un tiempo para admirar la casa.
- Arriba está la habitación de Alejandro, he mandado a ajustar un traje para esta noche, después haremos algunos a tu medida, para diversas ocasiones - dijo el señor Becker
Isabella asintió y siguió hacia adelante, subió las escaleras en compañía de una mucama, ella le abrió la puerta, la dejó sola, colgado en el closet había un traje de tres piezas esperando por ella, su color era azul marino, una camisa blanca y una corbata roja, además de unos zapatos color café.
Isabella observo la habitación de Alejandro, las paredes eran blancas, había un balcón, en un estante habían algunos trofeos de futbol, además de algunos reconocimientos por destacar en matemáticas, la cama era King size, se encontraba pulcramente tendida, se acercó a su mueble de noche, había una lámpara, un retrato de él con Jeremy, abrió el cajón, encontró algunos preservativos, una jeringa y un polvo blanco, además de una botella de vodka.
Por un momento se sintió mal por su hermano, que vida tan más miserable debía llevar como para drogarse, seguido de ello encontró un arma.
Isabella cerró el cajón, sacudió la cabeza, fue directo al baño, se desnudó y enseguida se metió a la ducha, cuando el agua fría cayó sobre su cuerpo se le erizó la piel, pero era la única manera de mantenerse serena, de controlarse, todo iba a salir bien, ella lo lograría, solo debía ser disciplinada y así nadie se daría cuneta de la diferencia entre ella y Alejandro.
ESTÁS LEYENDO
Ella o Él
Teen FictionDentro de la elite hay muchos secretos, es por ello que se deben proteger unos a otros...