Admiración

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Tras estar convencida de lo que quería para mí, diariamente después de la escuela estuve yendo a la biblioteca, ahí conocí a una chica llamada Mina, tendría unos 14 años en ese tiempo, se estaba preparado para entrar en el cuerpo de defensa, nos hicimos muy buenas amigas.

-Hoy me divertí mucho contigo. Ohh, olvidé presentarme soy Mina Ashiro, me caíste muy bien -dijo con una sonrisa.

-Yo soy _____ Bushida, espero que nos volvamos a encontrar por acá Mina- cuando la volteé a mirar tenía los ojos y la boca abiertos de par en par.

-ehh eh eh... Eres Bushida ? No me digas que eres familiar de Eiji Bushida- dijo mientras me tomaba de los hombros.

-Pues... Es mi padre-Mina empezó a saltar de la emoción.

-Wow _____ , tienes un futuro asegurado-cuando dijo eso no pude evitar deprimirme-pero la verdad.... te veo más en el campo de la medicina, te estaré apoyando en lo que decidas. -Esas palabras me hicieron sentir confianza.

Luego de eso Mina me contó que a la biblioteca iba solo los lunes de cada semana, por lo que tendría que esperar una semana para verla. Al día siguiente saqué un libro de la biblioteca y me dirija a un parque cercano para leer cuando pase por una casa muy grande, me recordaba a las películas de samurais.

Al otro lado podía escuchar a un hombre darle instrucciones a alguien de como mantener la respiración.

-Asi no, tienes que controlar la respiración, si no lo haces te cansaras más rápido y no podrás moverte- me trepé sobre un árbol al lado de la casa y lo pude ver, era un hombre ya mayor con ropa tradicional japonesa y un niño de unos 12 años, este blandía una espada de madera con las mismas vestimentas.

-si señor-decia a duras penas, mientras jadeaba. Al escuchar su voz mi corazón salto, no entendía que había causado eso, estaré enferma ?.

Me puse a leer mi libro ya sobre el árbol pero mis ojos cada tanto no podían evitar desviarse hacia el niño entrenando. No entendía, pero me parecía encantadora la forma en que aunque estuviera exhausto aún podía sentir su determinación por seguir, y por un momento sentí envidia de la firmeza que mostraba. Así transcurrió una semana, donde iba por un libro y lo leía sobre el árbol donde podía ver entrenar al joven niño de ojos rasgados.

Cuando volví a encontrarme a Mina el Lunes siguiente me contó de su amigo de la infancia y como habían prometido entrar al cuerpo de defensa juntos.

-Es una competencia, para ver quién se vuelve el soldado más genial de todos, no te parece algo loco ? -lo decía sonrojada y con una sonrisa -sabes, creo que tengo buena puntería, voy a centrarme más en lo que soy buena, espero llegar a ser capitana, ese es mi objetivo.

-Vas a necesitar de un compañero que pelee cuerpo a cuerpo para cubrirte las espaldas, como algun usuario de espada....-Mina me miró -no podemos asegurar que en el futuro solo existan kaijus gigantes, a veces los más poderosos resultan ser los más pequeños- la volteé a mirar ya que no hablaba, me miraba analizando lo que había dicho, para al final sonreír.

-Si, supongo que tienes razón, tendré cuidado con eso, eres muy lista _____, me alegra tener una amiga como tú -dijo abrazándome.

Desde entonces mi rutina seguía siendo la misma, al poco tiempo supe que el nombre del chico que veía a diario era Soshiro Hoshina, aprendí sus movimientos y fuí testigo de cómo evolucionó. No fué hasta que un día vi como al terminar su entrenamiento el señor que lo instruía le decía.

-Sabes Hoshina, deberías renunciar a entrar en las fuerzas de defensa, debo admitir que durante el periodo edo hubieras sido considerado un genio, pero en los tiempos de ahora, donde aparecen cada vez más kaijus gigantes... tus esfuerzos se verán inútiles. La era de las espadas ya pasó, deberías considerarlo.-Hoshina no dijo nada, simplemente se quedó unos segundos viéndole hasta que se retiró el mayor.

Cuando menos me di cuenta, se había hecho de noche, mi padre estaría por llegar para el entrenamiento. Por lo apurada y los nervios, al intentar bajar del árbol se me enredaron los pies haciendo que me fuera para un lado, me sostenía por una pierna la cual no aguantó y de pronto estaba cayendo.

-Estás bien ? - dijo alguien al atraparme, cuando abrí los ojos vi que era el chico que había estado espiando estos últimos meses, no me salían las palabras de la boca - Creo que te has lastimado al querer bajar del árbol- dijo mirando mi pierna, no me había dado cuenta pero la parte de atrás había sido totalmente raspada por el árbol al intentar sostenerme - Es tu día de suerte, vengo de la farmacia - me sentó en una silla cercana al parque y empezó con la curación.

Mientras curaba mi herida pude ver mejor al chico, tenía el cabello de un morado oscuro y unos ojos del mismo color, me trataba con tanta fragilidad que volví a sentir como mi corazón saltaba, también me fijé en sus manos, las cuales estaban llenas de moretones y supe porque había salido a la tienda, me sentí un poco culpable pero a la vez agradecida de poder verlo más de cerca.

Cuando caí en cuenta de la hora también recordé que llevaba conmigo un libro el cual ya no tenía.

-Oh no.. -suspire, hoshina me miró como preguntándome que pasaba -estaba leyendo un libro cuando caí, pero ya no lo veo, creo que se quedó sobre el árbol.

Hoshina entendió, así que se levantó y se dirigió al árbol para bajar mi libro, al llegar me lo pasó y aliviada se lo agradecí.

-Vaya, ese libro se ve difícil, quieres ser doctor? - asentí suavemente, me ponía nerviosa su presencia, se agachó mirándome - ya veo, aunque las cosas se pongan complicadas y nadie crea en ti, no te rindas-cuando me dijo eso ya lo estaba viendo a los ojos, pero me di cuenta que más que darme animos se intentaba convencer a si mismo.

-Aunque parezca inútil, tú tampoco te rindas, yo creo en ti - él pareció sorprendido de mis palabras, aproveché el momento para tomar mi libro y y salir corriendo de ahí, no sin antes decirle - nos vamos mañana, gracias por lo de hoy - me alejé rápidamente sintiendo mi cara caliente, sentí como un montón de bichitos bailaban en mi estómago y recordé la cara de Hoshina llena de determinación, creo que ya tenía un nombre para lo que sentía por él, era.... admiración.

Al día siguiente pasé por su casa y como agradecimiento curé sus heridas, hablábamos un poco de nuestro día o él entrenaba mientras yo estudiaba y así nos hicimos amigos, me fué contagiando de su determinación por lo que después de pensarlo mucho y con una confianza que no sabía de donde había sacado me enfrenté a mi padre.

Ese dia... recuerdo que me dolía horrores el cuerpo y que no me podía mover, abrí lentamente los ojos para ver el cielo nocturno. Ese día en especial papá había sido más exigente de lo normal, por lo cual me había desmayado y me encontraba desorientada.

- es verdad, estoy en el patio de mi casa - dije mientras intentaba levantarme sin conseguirlo

- ya vas a dejar de estar de floja ? - dijo mi padre, podía ver a un Narumi lleno de sudor a un lado de él -No puedo creer que tenga una hija tan inútil, que no puede aguantar un simple entrenamiento - sus palabras me enojaron, así que me levanté y levanté la mirada desafiandolo.

-Esto no es lo que quiero para mi vida, no quiero heredar el legado familiar, quiero ser doctora... -me miro por unos segundos, para decir un "está bien" he irse a la casa, mire a Narumi que intentaba levantarse y lo ayudé.

-Wow _____, soy tu fan, al fin pudiste decirle como te sientes a tú padre, debe ser influencia de ese niño al que vas a ver todos los días, me hace sentir algo celoso- dijo dramáticamente, me miró burlándose cuando se dió cuenta de mi sonrojo.

-Puede ser - nos miramos y reímos, fuimos a alistarnos para cenar y a dormir.

Lo que menos nos esperábamos es que al otro día mi padre nos despertara con la noticia de que ese mismo día me iría a Estados Unidos a estudiar para ser doctora, argumentando que si no iba a cumplir con la excelencia exigida por él, tendria que ser la mejor en el campo que había decidido por cuenta propia.

Latidos secretos [Soshiro Hoshina x TN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora