Tener un complejo de personaje secundario mientras estás enamorado del interés romántico definitivo es todo menos fácil.
Especialmente para Choi Soobin, que lidia con su madre en negación respecto a su identidad, un grupo de amigos que no ayudan muc...
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Yoona no era tonta. Ella sabía que su hijo se traía algo entre las manos, y que eso lo involucraba a él con el hijo de Taeyeon, su vecina y gran amiga desde que se mudó al vecindario.
─... Me veo tonta parada acá ─murmuró, tomando un sorbo de la tacita de café en sus manos. Se para de puntitas, intentando ver por la gran ventana si su hijo ya estaba llegando a casa.
─Vos decidiste que hagamos una "emboscada", amor. ─Su dulce esposo marcó con comillas imaginarias la palabra emboscada, mientras cambiaba de página el libro que estaba leyendo en su sofá.
Yoona no lo consideraba una emboscada, más bien una forma de forzar a su hijo a que confiese su relación mediante esperarlo en el living y sorprenderlo.
Así que, sí, una emboscada.
En su defensa, si su hijo traía a su supuesto novio a casa lo dejarían en paz y harían la emboscada otro día. Si aparecía solo, le harían preguntas.
Esta era su segunda emboscada en lo que iba de semana, a Yoona ya le daba vergüenza actuar desinteresada en medio del living cuando tenía otras cosas que hacer, así que esperaba que esta vez si aparezca solo.
─... Creo que lo veo, amor. Ay, Dios, este pendejo no puede ser más obvio. Dejó al "amigo" en la casa y le dio un beso en el cachete, ¡los hombres no hacen eso a menos que sean novios! ─se dio la vuelta para confirmar con su esposo, que la miraba con una ceja alzada─. Dame la razón, amor, eso se suele hacer si sos chica con otra chica o una chica con mucha confianza con un chico. Los varones se suelen saludar con los puños, por ahí con un abrazo, algunos son capaces de cortarse la yugular antes que darle un beso a un amigo.
─Amor, no sobrepienses ─la tranquilizó. Yoona bufó, volviendo a ver a la ventana. Su hijo ya no estaba en su campo de visión.
─¿Decís que se fue a su casa? Siempre me avisa ─buscó su teléfono en su bolsillo, viendo si tenía algún mensaje de su hijo─. No dijo nada, entonces, ¿por qué se tarda tanto? Tiene que dar dos pasos para llegar acá.
Se calla al escuchar el sonido de unas llaves abriendo la puerta. Se acerca a la ventana para cerrar las cortinas, fingiendo que hacía algo.
─Buen día, pulga ─saluda su esposo, sin levantar la cabeza de su libro.
