5 Convivencia 🔥🔥🔥

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Sean había vivido en una enorme mansión. Había tenido lujos, empleados que le daban todo, y luego había recibido los golpes de la calle. El frío, la miseria en todas sus facetas, el descontento social, el desdén de las personas que siempre juzgaban sin conocer la historia detrás. El calor lo envolvió, Sean observó el lugar, giró para no perderse detalle en ese enorme ambiente que albergaba elegancia, estilo y sofisticación. Llevaba colgada la mochila de un hombre y en sus brazos a Rainbow a quien habían bañado y vestido con ropita de piel color fucsia. Ahora era un hermoso pompón de algodón, no un cúmulo beige cubierto de pelo. Sean había llorado mientras abrazaba al animalito. Odiaba llorar todo el tiempo, esperó que la calle lo endureciera, pero fue triste darse cuenta que todo el dolor tuvo el efecto contrario.

—Como verás, no hay forma de perderse. —Jasper habló detrás de él—. Esto fue una idea de mi esposa. Varios espacios combinados.

—El lugar es hermoso. —Sean tragó saliva ¿Jasper estaba casado? ¡Por supuesto! ¡No había forma de que un hombre como él estuviera soltero! —¿Su..., es decir tu esposa está en casa?

La sonrisa de Jasper poco a poco se desdibujó. Sacudió su cabeza y el semblante resplandeció una vez más. Era bueno cubriendo sus heridas, Sean se percató de inmediato.

—Mi esposa murió hace algún tiempo—señaló.

—Lo lamento—dijo Sean y Jasper dio un suspiro.

—Ven, este es tu dormitorio. —Jasper le dio un empujoncito para que lo acompañara.

Sean caminó al lado del hombre, atravesaron un pasillo rodeado de cristales, detrás de estos había un jardín y una piscina.

—Mira, Rainbow. —La felicidad llenaba su voz—. Tiene un patio enorme.

Jasper se giró hacia el muchacho que abrazaba al animalito que lo acompañaba y se había quedado embelesado ante ese atardecer, ante el sol que se ocultaba en el horizonte y llenaba el espacio de luces y sombras. Volvió su rostro hacia Jasper. Este estaba en el pasillo, era la primera vez que podía mantenerle la mirada.

Dio pasos hacia el fiscal y se puso a su lado.

—Sigo pensando que esto es demasiado bueno para ser verdad—musitó cerca del hombre, el cual irradiaba un calor que lo llamaba a perderse en esos poderosos brazos—. Nunca me dirás el verdadero motivo, ¿verdad?

—Eres muy desconfiado, ¿lo sabías? —Jasper sonrió y controló su pulso ante ese muchacho que lo miraba como si fuera una pintura de Rembrandt.

—La vida me ha enseñado que nadie es tan bueno.

—Pienso lo mismo—coincidió Jasper—, la duda y el miedo nos han mantenido vivos a lo largo de los siglos, pero para que lo sepas, nunca te haría daño. Ven, así podrás dejar tu mochila.

Jasper le tocó el hombro, ejerció la presión necesaria para infundir confianza. Se detuvo en el cabello suelto rubio, Sean llevaba un pequeño arete en su oreja izquierda que acentuó sus facciones femeninas.

Sean ingresó a su habitación y, por supuesto, volvió a llorar. Era inmensa, tenía a su disposición una cama King, un escritorio, dos mesas de luz, todo en una combinación de colores oscuros que resaltaban sobre el piso blanco, un sofá de dos cuerpos y un armario que cubría una de las paredes. Solo había algo que hizo de ese sitio un lugar un poco más mágico. La vista.

Se enfocó en los edificios frente a él, en el Empire State que lucía más grande incluso. Sean siempre se sintió minúsculo en Nueva York ante los imponentes edificios, ahora lo corroboraba.

—Espero te guste—agregó ante el silencio en la enorme habitación—. Creo que estarás cómodo aquí. Como verás está retirada del resto de la casa. Tendrás privacidad.

Especial LGBTQ Día del orgullo (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora