Bajo las luces del estadio

Capitulo 12: Sentimientos

Al salir de la mansión Yildiz, Serkan se sintió frustrado y confuso. Sacó su teléfono y marcó rápidamente el número de Efe. Después de unos cuantos tonos, Efe contestó.

—Serkan, ¿qué pasa?

—¿Por qué no me dijiste nada sobre la noticia? —le espetó Serkan, tratando de mantener la calma pero sin éxito.

Efe suspiró al otro lado de la línea.

—Pensé que lo mejor era no preocuparte más. Ya estabas bastante estresado con la tormenta y la entrevista.

—¿No preocuparte? Eda vio las fotos y los videos de esa fiesta. Piensa que preferí quedarme allí en vez de venir a su graduación —dijo Serkan, su voz llena de frustración.

—Serkan, no sabía que ella reaccionaría así. Todo lo que hicimos fue para tu carrera. No podíamos prever que se desataría una tormenta y que no podrías volar a tiempo.

Serkan se detuvo en seco, cerrando los ojos con fuerza para contener su enojo.

—Efe, esto no es solo sobre mi carrera. Es sobre Eda y mi promesa a ella. Ahora me ha pedido tiempo porque cree que no la valoro lo suficiente.

—Lo siento, amigo. No pensé que se complicaría tanto. Pero sabes que todo esto es parte de estar en el ojo público.

Serkan respiró hondo, tratando de calmarse.

—Lo sé, Efe. Pero ahora tengo que arreglar esto con Eda. Gracias por nada.

Colgó el teléfono y se quedó un momento en la calle, respirando profundamente. Sabía que tendría que encontrar una manera de hacer las paces con Eda, y tendría que ser algo significativo.

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Eda estaba en su habitación, atrapada en un remolino de pensamientos y emociones. Se sentía decepcionada, herida y confundida. Estaba sentada en su escritorio, mirando fijamente el dibujo que había comenzado antes, pero sin poder concentrarse.

Escuchó un ligero golpeteo en la puerta, seguido de la voz suave de su madre.

—Eda, querida, te traje algo de cena. ¿Puedo pasar?

—Sí, mamá, pasa —respondió Eda, tratando de sonar más animada de lo que se sentía.

Ayse entró con una bandeja de comida y la colocó en la mesita junto a la cama de Eda. Se sentó en el borde de la cama, mirando a su hija con preocupación.

—No quisiste bajar a cenar, así que pensé que tal vez preferirías comer aquí. ¿Estás bien, cariño?

Eda forzó una sonrisa y asintió, aunque sabía que su madre podía ver a través de su fachada.

—Sí, solo estoy un poco cansada. Ha sido un día largo.

Ayse suspiró y acarició suavemente el cabello de Eda.

—Sé que has trabajado muy duro para llegar hasta aquí, y estamos todos muy orgullosos de ti. Pero parece que algo más te está molestando. ¿Quieres hablar de ello?

Eda dudó por un momento, mordiéndose el labio. Sabía que no podía contarle toda la verdad sobre Serkan, pero necesitaba desahogarse.

—Es solo que... siento que a veces, aunque te esfuerces mucho, las cosas no salen como esperabas. Y es difícil no sentir que has fallado de alguna manera.

Ayse asintió, escuchando atentamente.

—Entiendo, Eda. La vida puede ser muy impredecible y, a veces, injusta. Pero no debes cargar con todo el peso sola. Tienes a tu familia, a tus amigos, y a nosotros siempre estaremos aquí para apoyarte.