CAPITULO NUEVE

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IX| CARDS ON THE TABLE

Se sorprendió de haber dormido más de siete horas seguidas. Tal vez fue porque estaba muy cansada y no le prestó atención a la música electrónica que sonó toda la madrugada, o porque Isseay, después de llegar, pegó su cama a la puerta para que tuvieran la seguridad de que nadie entraría, ya que ninguna puerta tenía pomo. Según Isseay, en la Playa no había secretos.

Aunque no le gustaba madrugar, su cuerpo estaba acostumbrado a hacerlo. En su último semestre en la universidad, sus clases empezaban temprano y terminaban tarde. Los fines de semana, o cuando tenía un hueco libre, trabajaba en la tienda de tatuajes. Muy pocas veces tenía tiempo para ella misma; por esa razón se sentía rara mirando el techo sin hacer nada. Issey seguía durmiendo; no le importaba levantarlo, de hecho lo iba a hacer, pero el que tocaran la puerta arruinó sus planes.

Hizo el amague de mirar su muñeca para comprobar la hora, en vano, ya que su reloj no funcionaba. Debía conseguir uno nuevo, eso de estar sin saber qué hora era con exactitud la estresaba. Volvieron a tocar y, soltando un bufido, se levantó. Por el hueco donde debería estar el pomo, se asomó con cuidado para comprobar quién era. Hizo una mueca al reconocer el vestido negro y el cabello largo azabache.

—¿Qué trae a una ejecutiva a la habitación de una recién llegada?—miró de reojo a Issey. No debían saber que eran hermanos. Al menos, no aún.

—¿Me dejas pasar? Es incómodo hablar de esta manera, Kobayashi Maiko.

Se apretó el tabique de la nariz y pensó rápido. Era mejor salir que intentar levantar a su hermano para que se escondiera. La ejecutiva notaría el desorden de la cama y empezaría a hacer preguntas, y por su personalidad, no serían nada cómodas. Tomó el bikini, se lo colocó rápido y pasó su cabeza por un suéter de color azul. Era de los muchos que había traído. Si Chishiya usaba su saco, a ella no le iban a decir nada por hacer lo mismo.

Abrió la puerta y la cerró detrás de ella. La ejecutiva alzó una ceja ante tal comportamiento, pero Maiko no dio explicaciones. Señaló el pasillo, y Mira asintió.

—¿Chishiya está en tu habitación?

Se atragantó con su propia saliva ante la pregunta. Qué maldito tacto.

—¿Qué? No.

—Entiendo, pensaba que sí por la forma en que saliste, sin dejarme ver tu gran alcoba —entrelazó sus manos detrás de la espalda, sonriéndole—. Tampoco me invitaste a pasar.

—No me gusta que invadan mis espacios —contestó de mala gana. ¿Qué hacía Mira conversando con ella? Ayer había adoptado una posición neutral, por lo que no pensaba que había interés mutuo como para fingir camaradería.

—¿Te preguntas por qué te visito?-cotorreó como un molesto grillo.

—No, me preguntaba cuándo ibas a dejarme en paz.

Mira rió, y con ganas. Tuvo que tapar su boca con la mano. A Maiko le parecía cada vez más extraña.

—Ya entiendo porque le agradas. Te pareces mucho a él. ¿Te diste cuenta, no?

—¿A Chishiya?—se encogió de hombros, despreocupada—. Tenemos cosas en común.

—Oh no, cariño, no tienen simples cosas en común—se acercó, explayando su tétrica sonrisa. Maiko hundió las cejas, retrocediendo un paso. Qué jodida loca—. Miras igual que él, como si estuvieras por encima de todos. Eso sí, tu temperamento es más... irascible. Pero esa actitud llena de soberbia y cinismo los convierte en gemelos. Unos gemelos peligrosos.

Se alejó y Maiko miró los pasillos. ¿Era una prueba? ¿Habían perdido antes de empezar? No entendía a la pelinegra, pero sabía que era peligrosa. Su actitud juguetona y llena de locura... o bien podría estar fingiendo. ¿Por qué no lo haría? En la Playa dudaba mucho que hubiera lealtad, mucho menos hacia el drogadicto, así que si Chishiya planeaba traicionarlo al robarle las cartas, ¿qué hay de Mira? ¿Es una simple loca o está engañando a todos?

Checkmate | Alice in BordelandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora