TENTACIÓN

627 9 3
                                    

Volví a ese punto...

La chica angelical emergía, su belleza irresistible. A pesar de saber lo que sucedería, no pude evitar besarla, sintiendo sus suaves labios contra los míos, era magnético, era natural, era inevitable... Abrí los ojos y me encontraba atrapado en un cuerpo femenino, con mi reflejo masculino desapareciendo en el espejo, una vez más: Un grito desesperado.

Un estruendo lo despertó abruptamente. Un libro había caído sobre su carpeta. Alejandro se sobresaltó y miró al frente, donde el profesor de econometría lo miraba con severidad.

—Señor López, ¿podría responder a la pregunta que acabo de hacer? —dijo el profesor, con tono autoritario.

Alejandro parpadeó, tratando de sacudirse el sueño. Trató de recordar vagamente pero sin éxito.

 —Profesor, no escuché bien... La pregunta era cómo determinar la significancia de las variables en un modelo de regresión múltiple, ¿Verdad? — Preguntó Valeria, mirando con una sonrisa cómplice a su novio.

 —Si, señorita, esa era la pregunta....  — Fastidiado por la ayuda de la muchacha.

—Profesor, entonces utilizamos el estadístico t para probar la hipótesis nula de que el coeficiente de una variable es igual a cero. Si el valor p asociado con el estadístico t es menor que el nivel de significancia, rechazamos la hipótesis nula y concluimos que la variable es significativa en el modelo. — Dijo Alejandro con confianza.

El profesor lo miró con una mezcla de sorpresa y desagrado.

—Correcto, señor López. Trate de mantenerse más despierto la próxima vez —dijo antes de continuar con la clase.

Al salir del aula, Alejandro se encontró con su novia, Valeria. Ella lo miraba con preocupación.

—Alejandro, ¿Qué te pasó hoy? Parecías muy distraído en clase —le dijo, su voz llena de ternura.

Alejandro abrió la boca para responder, pero las palabras se le escaparon. No podía contarle la verdad, y estaba demasiado abrumado para inventar una excusa convincente.

Valeria interpretó su silencio de otra manera y lo abrazó.

—Lo siento, sé que tienes cargas con mucho peso... y sé que te sientes abrumado y a veces solo... Estoy aquí para ti, bebé —dijo, acariciando su espalda.

Alejandro se sintió aliviado por el consuelo de Valeria, aunque la culpa por no poder compartir lo que realmente estaba pasando lo carcomía por dentro. Abrazó a su novia con fuerza, agradecido por su comprensión, aunque fuera basada en una suposición equivocada.

—Gracias, Valeria. Significa mucho para mí que estés aquí —murmuró, intentando mantener su voz firme.

Alejandro y Valeria caminaron por los pasillos de la universidad, ella todavía lo abrazaba, brindándole consuelo. Mientras avanzaban, Alejandro intentaba despejar su mente, aunque la sensación de inquietud persistía, y esta empeoró cuando reconoció una voz familiar:

—¡Hey, Alejandro! Hola, Valeria —dijo Camilo, sonriendo—. ¿Qué tal la clase de hoy?

Alejandro sintió una punzada de incomodidad al ver a su amigo. Las memorias de la noche del fin de semana y el extraño sueño aún lo perturbaban.

— Camilo. —respondió Alejandro, tratando de sonar neutral. Pero cuando Camilo le preguntó si iría a su casa por la tarde, Alejandro no pudo evitar sentir una oleada de ansiedad—. No. Estoy ocupado —contestó bruscamente, continuando su camino con Valeria.

Camilo se quedó parado, sorprendido por la respuesta de Alejandro. Valeria, sin embargo, se detuvo y lo miró fijamente.

—Alejandro, ¿Qué te pasa? —le preguntó, notando el cambio en su actitud.

CAMBIO... ¿Temporal? Les juro que es solo por la ciencia...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora