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Estás sentada en el regazo de Ryomen Sukuna mientras él te alimenta, su concubina más desobediente, con fruta.
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Los jugos pegajosos del mango gotean por tu pecho, luego hacia el valle de tu escote. Los dedos de Sukuna recogen algunos de los jugos y los llevan a tus labios. "Prueba."
Haces pucheros, desobedeciendo al principio, pero luego obedeces y lames sus dedos, haciéndolo tararear en señal de aprobación. Sus ojos saborean la vista de tu lengua girando alrededor de sus dedos con gracia.
Él usa sus fuertes manos para partir el mango en pedazos por su cuenta. "¿Otro?" preguntó. Asentiste. A pesar de estar frente a todas las otras concubinas, con sus mandíbulas ligeramente abiertas ante la vista, esto se sintió increíblemente íntimo.
Él te da de comer con la mano otro trozo, riendo entre dientes mientras chupas ansiosamente el trozo de fruta. Eras una pieza verdaderamente cautivadora entre el resto de estas muñecas sin vida.
Él te da de comer con la mano otro trozo, riendo entre dientes mientras chupas ansiosamente el trozo de fruta. Eras una pieza verdaderamente cautivadora entre el resto de estas muñecas sin vida.
Reclinándose en su silla, estudia tu apariencia ligeramente sonrojada; la forma en que tus mejillas se ruborizan ligeramente cuando pruebas un nuevo trozo, las pequeñas gotas de jugo de fruta adheridas a tus labios.
Su mano envuelve suavemente tu garganta, y otra mano se acerca para abrir tu mandíbula mientras usa una tercera para dejar caer un trozo de fresa en ella.
