Cap. 2 - Día 17 (Parte 1) - Limbo

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Han pasado 7 días desde que tuve tiempo para poder escribir algo. Los suceso de esta última semana apenas me han dado respiro para comer algo decente, y he estado tan ocupado que ni siquiera he podido conciliar más de tres horas de sueño al día. 

Ahora me encuentro dentro del interior de una fragata clase Sable, donde por fin logré encontrar un momento de paz tras tantas calamidades. Han pasado tantas cosas, que tengo muchas dudas de por donde comenzar. 

Tan pronto nos dieron la orden de reunirnos con el resto de tropas frente al muro sur de la ciudad, entendimos que ya había llegado la hora. Tanto Purshok como yo dejamos de recibir reportes hacía un par de horas, pues supongo que los que estaban al mando nos veían como carne de cañón y nada más. 

Sin embargo, la vista fuera de las murallas no era nada agradable. Casi de inmediato pude reconocer los regimientos de refuerzo. Estaban formados perfectamente a nuestra derecha, sin mover un músculo a menos que el general Habrok dijese lo contrario. Muy diferente a las formaciones de nuestra izquierda. 

Los civiles que Purshok había mandado al frente  por órdenes de sus superiores, ahora portaban cualquier cosa que sirviera como arma. El propio Purshok no podía apartar la mirada de esas formaciones. Tan preocupado como yo. 

No eran guerreros. Casi ninguno había portado un arma antes, y una sección de práctica de tiro, fue todo el entrenamiento que recibieron antes de ser formados junto al resto. El miedo en sus rostros era visible. Las plegarias hacia el Emperador de aquellos que estaban más cerca de nosotros podían ser audibles. Tan claras como las de aquellos 100 hombres que formaban a mis espaldas.

Tan pronto el general Purshok recibió la orden, marchamos junto a las fuerzas de reservas hacia el sur. Al parecer, los orkos planeaban desembarcar en una planicie al sur de la ciudad. Un lugar que antes era un próspero campo de granos, ahora sería arrasado por la voracidad de la guerra. 

Mientras marchábamos, a mi mente regresaban todos aquellos recuerdos de la academia. Los manuales de cómo enfrentar a los orkos era los más comunes, mostrando en su interior las miles y miles de posibles forma de derrotar a los pieles verdes. Cosa que, en mi más humilde opinión y sin ganas de ofender a aquellos autores de tales libros, era una completa estupidez. 

Cada libro que contenga el más mísero comentario acerca de los orkos, siempre tendrá una opinión: ¨Los orkos son impredecibles.¨ ¿De qué sirve memorizarse las 548 tácticas de combate para enfrentar a los pieles verdes en arenas movedizas, si estos puedes sacar un cohete de su mochila y volar todo en pedazos? La única respuesta que puedo encontrar, es la carencia de creatividad en nuestra educación... En todo... de hecho. 

Bueno... Igual tuve que memorizar las 5932 páginas de la saga de Mosterius, el cronista que estaba asignado al destacamento bajo el mando del comisario Yarrick en las guerras de Armageddon. Aunque he de admití que los leí más por conocer las hazañas de su protagonista, y no exactamente por las estrategias que los oficiales bajo su mando ejecutaron. Muchas de ellas, sin resultado. 

Ahora que tenía tiempo para pensar mientras marchábamos, me parecía bastante extraño que los orkos no hubiesen atacado directamente la capital. Mucho más extraño que hallan pisado tierra en una zona tan alejada de la ciudad. Los manuales describen a los pieles verdes como criaturas hambrientas de guerra, cuyo comportamiento errático era similar en todos los campos de batalla. El único libro donde leí algo diferente fue en las propias crónicas de Yarrick, destacando la presencia de Ghazghkull Mag Uruk Thraka. Tan solo pensar que una catástrofe de tal magnitud apareciera aquí, en Cantus, hizo que se me helase hasta la última gota de mi sangre. 

Warhammer 40k Fanficción - Hero Imperatus (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora