Día cuatro: Café matutino/Besos

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⚠️ AU! Omegaverse ⚠️

‼️ Mención de M-preg, lactancia masculina, un Alastor redimido y bien empalagoso‼️

‼️ Mención de M-preg, lactancia masculina, un Alastor redimido y bien empalagoso‼️

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Era una noche aparentemente calmada.

Aparentemente.

Aunque para él ya no lo era. No desde hace unos minutos insufribles en dónde solo podía tratar de conciliar el sueño sin éxito. Hace poco había estado durmiendo de lo más plácido pero, segundos después, había despertado con un extraño antojo.

Café amargo.

Vió la hora en el buró al lado de la cama que marcaba las cuatro de la mañana. Vaya hora.

No quiso decir nada para no despertar a su esposo y había tratado por todos los medios posibles volver a dormir pero no lo conseguía. Su anormal deseo por tomar café seguía allí. Trayéndonos hasta este momento. El Omega ya estaba harto de removerse incómodo una y otra vez en su lugar.

Su cachorro al parecer iba a ser muy inquieto y quisquilloso.

—¿Adam? —no recibió respuesta alguna—. Adam. —llamó bajito sin ese filtro de radio en su voz, tomó el hombro de su Alfa y lo removió ligeramente. Pero el castaño parecía estar más en coma que durmiendo. Tendría que ser más práctico. Suspiró—. ¡Adam! —distorsión y enojo en un tono alto fueron suficiente para exaltar al hombre.

—¡AH! —pegó un brinco de su lugar antes de caerse de la cama—. Ay, carajo... —se sentó en el suelo con cierta dificultad, sobándose la espalda por la caída.

Alastor se cruzó de brazos, frunció el ceño y solo se dedicó a mirarlo con una clara expresión de: ¿Es en serio?

—Hasta que finalmente despiertas.

—Ah... —se paró de un salto, estiró los músculos y se frotó un ojo adormecido—. Si, buenos días a ti también. —se sentó en el borde de la cama, con claras intenciones de volver a acostarse.

Pero era más que claro que no sería así.

Durante estos meses ya se había acostumbrado a los atracones nocturnos que su venadito solía tener a causa de su embarazo, a veces eran falsas alarmas y otras veces, bueno, tenía que complacer el antojo o capricho que tuviese. Así fuese el más desquiciado y hasta (en su opinión) repugnante.

No le molestaba hacerlo, solo, desearía que fuesen en los momentos menos inoportunos.

Ambos se miraron fijo, compartiendo una conversación sin necesidad de palabras.

—¿Qué es lo que necesitas, cariño? —preguntó un cansado Adam luego de un largo rato de solo mirarse sin decir nada—. Con tal de que no sea una combinación igual de radiactiva que Chernobil, la haré.

𖤐 𝑨𝑵𝑮𝑬𝑳𝑰𝑪𝑹𝑨𝑫𝑰𝑶 𝑾𝑬𝑬𝑲 𖤐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora