Después de tanto tiempo el pozo se vuelve a abrir y Kagome no duda en saltar de nuevo dentro de el . pero en ves de volver a ver a Inuyasha, termina callendo en el regazo del hechicero más fuerte
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_Madre, ¿qué es esto?_ Pregunta Yakeru, señalando la brillante joya azul ubicada entre baratijas de oro y varias otras gemas en el cofre de su madre. Algo en la joya rosa lo llama. Lo llama.
Eso es raro. No le gusta cómo lo tira tanto. Hay algo en eso que no está bien, Incluso es retorcido. Como si quisiera corromper su mente.
¿Por qué mamá tendría algo así?
_La joya Shikon_ responde ella, peinándose el largo cabello castaño rojizo con sus garras _¿Sabías que nuestra familia tenía la tarea de velar por ello?
Él sacude la cabeza y se sienta a sus pies, mirando a su madre. Ella sonríe y le revuelve el pelo _¿Es una reliquia familiar?
_No exactamente. El Shikon es algo que nunca debe usarse a menos que la propia sacerdotisa Shikon lo ordene.
¿Una sacerdotisa?
Frunce el ceño y se cruza de brazos. _Me está llamando_ admite. Su cola se mueve hacia atrás y hacia delante.
_Ah, porque esa es su naturaleza. Pero sólo la sacerdotisa Shikon puede controlarla.
_Hay muchas sacerdotisas y monjes por ahí. ¿Por qué entonces uno de sus descendientes no cuida la joya?_ Son una familia de kitsune, no humanos y ciertamente no sacerdotisas. ¿Por qué tienen la tarea de vigilar algo así? ¿Seguramente algo tan oscuro y retorcido como esta joya debería estar con alguien puro?
Su madre suspira e inclina la cabeza hacia la puerta _Entra, Yumi, sé que tú también quieres oírlo.
Yakeru vuelve a mirar a Yumi, ni siquiera escuchó sus pasos. Está mejorando en enmascarar su presencia. Hace un puchero y resopla. Un día él también dominará eso. No puedo permitir que ella lo supere en todo, incluso si mamá dice que es natural que Yumi aprenda las cosas más rápido. Algo parecido a que ella es mujer y es más madura mentalmente.
Todo es una tontería, de verdad.
_¿Por qué nos ocupamos de algo que debería ser responsabilidad de un ser humano? _ Yumi se sienta con un gesto elegante, alisándose el kimono _Los humanos no son más que un dolor de cabeza_ Estira sus piernas, que son demasiado delgadas.
Yakeru se muerde la lengua, resistiendo el impulso de burlarse de su hermana diciéndole que su llamado crecimiento acelerado es más bien un chirrido de crecimiento.
_¡Yumi!_ Los ojos de la madre se vuelven rendijas _¿De dónde has sacado eso?
Yumi chasquea la lengua _Soy capaz de formarme mi propia opinión. He visto cómo los humanos nos ahuyentan porque somos demonios. ¿Por qué los vigilamos y cuidamos? No lo aprecian y simplemente se vuelven contra ellos Mismos y contra nosotros nosotros.
