Capítulo 1: Fin de la Guerra

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Han pasado dos meses desde la muerte de Voldemort, los Malfoy salieron libres gracias a la intervención de Potter. Su fortuna se mantuvo, Lucius ayudó en la captura de los mortífagos que quedaban, Narcissa donaba parte de su fortuna para ayudar a las familias afectadas por la guerra, pero Draco... él perdió el sentido de la vida.

La culpa de sus actos no lo dejaban seguir, la marca en su brazo era el recordatorio de lo que hizo. Todos los días pensaba que podía hacer para redimirse, sus padres ya estaban colaborando con el mundo mágico, ¿pero él? Ni siquiera podía salir sin que la gente lo hechizara.

Un día, decidió salir a un bar Muggle donde nadie lo iba a reconocer. Llevaba una capucha para ocultar su rostro, se acercó a la barra a pedir un trago, pero una figura llamó su atención. La persona estaba sentada en una mesa, solo, su apariencia era descuidada, pelo desordenado, ropa que le quedaba grande, lentes redondos y unos ojos esmeralda... Potter.

¿Qué hacía Potter en un bar Muggle? ¿Y solo? Como si hubiera sentido su presencia, sus ojos se encontraron, Potter agrandó los ojos, sorprendido de ver a Malfoy en el mismo lugar. Fue incómodo esos segundos en lo que no apartaron la vista, Potter le hizo un movimiento con la cabeza, indicando que se acercara.

Draco se acercó con cautela.

—Potter — saludó sentándose en la silla de enfrente

—Malfoy, ¿Qué haces aquí? — tenía el ceño fruncido con desconfianza

—Tú me llamaste, ¿no?

—Me refiero a este bar Muggle — señaló el lugar — Nunca pensé que un sangre pura como tú, se mezclara en este sitio

—Bueno Potter, la guerra cambia a todos, y si no te has dado cuenta, soy una persona rechazada en la comunidad mágica — dijo en tono serio — ¿Y tú?

Potter suspiró, recostándose sobre la mesa — No lo sé, siento que perdí el motivo de vivir... muchas personas murieron por mi culpa

—Lo siento Potter — fue lo único que podía decir, Potter no tiene la culpa, él es la víctima, él era el verdadero culpable — Pero no tienes la culpa, si alguien la tiene soy yo

Potter levantó la mirada para fijarse en sus ojos grises, Malfoy ha cambiado mucho desde la guerra, se miraba apagado, su cabello ya no brillaba como en Hogwarts, él podía reflejarse en él. No eran tan distintos.

—Tú tampoco tienes la culpa. No mataste a nadie — se quedaron en silencio, cada quien en sus propios pensamientos.

La noche pasó en un cómodo silencio, ambos haciéndose compañía.

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Siguieron frecuentando el mismo bar, todas las noches se sentaban en la misma mesa, tomaban y cuando llevaban un par de copas, hablaban de lo que tuvieran en la mente. A veces eran recuerdos de Hogwarts, comidas favoritas, momentos vergonzosos, etc.

Al mes de estarse viendo en el bar, decidieron ir a comer a un lugar decente, sin copas de por medio. Les agradaba la idea de ser amigos, pero ellos sabían, que los unía algo más fuerte.

Mantuvieron su amistad en secreto, no necesitaban que los demás se entrometieran. Eran solo ellos dos.

En una de sus tantas salidas, Harry lo invitó a su casa en Grimmauld Place, le había dicho que era una ocasión especial. Draco estaba nervioso, no tenía idea de qué hablarían, una parte de él estaba emocionado y esperanzado, pensando que le propondría dar un paso más en su relación y hacerlo oficial, la otra parte estaba temeroso, tal vez todo lo que vivieron era una simple amistad y él se ilusionaba solo.

Dejando de lado sus pensamientos, entró por la Red Flu de Harry.

– ¡Harry! — Gritó para anunciar su llegada. Los pasos no se hicieron esperar, y pudo visualizar a Harry acercándose a él.

– ¡Llegaste! — lo abrazó fuertemente, tomó su mano y lo dirigió hacia el comedor. Al llegar, Draco vio un festín en la mesa, por lo menos eso significaba algo bueno.

Se sentaron a comer, mientras hablaban de lo que hicieron en la semana, Draco vio como los ojos de Harry brillaban, su sonrisa más radiante y pudo notar que su cabello lo había intentado arreglar, aunque no le funcionó del todo. Eso le dio ánimos. Reunió un poco de coraje y agarró la mano de Harry.

—Harry, tengo algo que confesar — apretó el agarre en su mano y vio fijamente a Harry

—Yo... también quería confesar algo — un leve sonrojo se asomó por las mejillas de Harry — ¿Está bien... qué hable primero?

—Claro Harry

Harry sentía su corazón explotar, tomó todo el aire que pudo y habló

—Draco... sé que tuvimos muchos años de rivalidad. Y después de la... guerra, tuvimos un encuentro...extraño, pero que nos llevó a muchos encuentros más, pasamos más tiempo juntos, nos llegamos a conocer mejor y siento... siento algo muy especial por tí — Harry hizo una pausa, para ver a Draco, su corazón paró, cuando vio el rostro sonrojado de Draco

—Yo también... siento algo especial por ti, Harry

No pudo evitarlo. Acercó la mano de Draco a sus labios, depositando un suave beso en sus nudillos.

—Quiero hacer esto bien — su rostro reflejaba una ternura y amor hacia Draco, en un momento su mirada vaciló — Pero necesito que conozcas todo lo que he hecho... y si puedes aceptarme... quiero... dar el siguiente paso contigo

—Harry... no importa lo que hayas hecho, siempre te aceptaré — dijo con una sonrisa triste — Yo debería ser el preocupado, porque me aceptes con todos los errores que cometí

Ambos comprendieron sus preocupaciones. Pasaron toda la noche hablando sobre sus temores.

Draco le contó sobre su enseñanza de pequeño, lo críaron para ser un verdadero Sangre Pura, los prejuicios que le inculcaron, su actitud en Hogwarts, el porqué tomó la marca oscura y sus arrepentimientos.

Harry habló sobre su niñez, cómo fue tratado por su familia Muggle, cuando llegó a un mundo que no sabía que existía, sus aventuras a lo largo de los años, como se culpaba por la muerte de su padrino, Remus, Fred, Tonks, Cedric, de cada una de las personas que dio su vida por él.

Los dos abrieron su corazón, dejando salir todas sus inseguridades. Ambos llegaron a aceptarse, sellando la conversación con un tierno beso en los labios.


Cambiaré la historia por ti - Harco -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora