Capítulo 5: Azkaban

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11:10 pm

—Dobby — Se escuchó el sonido de aparición, dejando ver a un elfo doméstico

—Joven amo Draco, ¿necesita algo de Dobby? — habló con su voz temblorosa, su vista en el suelo, retorciendo sus manos por los nervios

—¿Tienes la varita que te pedí?

—¡Si, Joven amo Draco! ¡Dobby la consiguió! — en un instante desapareció y regresó con una varita en mano

—Dobby encontró esta varita, un señor le dijo a Dobby que es de entrenamiento, funciona con todos — explicó mientras le entregaba la varita a Draco

—Bien, puedes irte, pero recuerda... ni una palabra a mis padres o te plancharás las manos y las orejas

—¡Dobby no dirá nada Joven amo Draco! — después de confirmar su silencio, desapareció

Con la varita en mano, comenzó a examinarla, era una varita corriente, nada en especial. Draco realizó un hechizo simple, para confirmar que funcionara.

—Lumos — una pequeña luz salió de la varita, intentó hacer más fuerte la luz, pero la varita se empezó a agrietar, por lo que paró. Aunque funciona, no soporta un hechizo fuerte.

Empacó la varita, junto con varias pociones multijugos y el cabello de la Ministra, dejando una afuera para tomarla.

—Salazar... qué todo salga bien — tomó la poción y la bebió toda, en cuestión de segundos empezó a cambiar de apariencia, su pequeño cuerpo se agrandó, su cuerpo de hombre ahora era de una mujer alta.

Viéndose en el espejo, revisando que la transformación haya sido un éxito — Por supuesto que fue un éxito, si yo la realicé — dijo en voz baja para él mismo

—Bien... concéntrate Draco... piensa en Azkaban — empezó a visualizar la isla que estaba en el medio del Mar del Norte, le tomó unos minutos, pero cuando estuvo seguro del lugar, se apareció en un instante.

Draco cayó en la orilla del Mar, mojándose por completo, rápidamente se levantó y se escondió detrás de unas grandes piedras, con un movimiento de mano, realizó un hechizo que secó toda su ropa y su cabello.

Empezó a caminar hacia la prisión mágica, al llegar, los guardias la reconocieron como la Ministra de Magia, con una reverencia la saludaron.

—Es un gusto conocerla Ministra Bagnold, ¿A qué se debe su visita?

—Vengo a revisar la condición de algunos prisioneros — dijo en tono firme

—¿Qué prisioneros? ¿Cuál es el motivo de revisarlos? — preguntó con curiosidad el guardia

—¿Acaso tengo que explicarme con ustedes?

—No, no, claro que no, discúlpenos — los guardias se pusieron nerviosos por el tono en que habló la Ministra, si la hacía enojar, podría costarles el puesto

El guardia vio como se acercaba la Ministra a él, bajó la cabeza para no verla, pero sintió como lo agarraba del cabello y con un movimiento brusco, lo hizo levantar la cabeza, haciendo contacto visual con ella.

—Tú... me acompañarás — dijo con el ceño fruncido, su mano, todavía en la cabeza del guardia, lo arrojó con brusquedad a un lado, arrancando unos cabellos.

Los dos entraron a la prisión, mientras el guardia guiaba a la Ministra por los pasillos que daban a las celdas — Llévame a las celdas donde se encuentran los mortífagos

—¿Los mortífagos? pero ... — no terminó de hablar, al ver la mirada de muerte que le mandaba la Ministra, por lo que simplemente acató la orden.

Después de dar vueltas por los pasillos, al fin llegaron donde encarcelaron a los seguidores de Voldemort. El ambiente en Azkaban era pesado, pero en esta sección es específico, se sentía la misma muerte. Se escuchaban risas, algunos gritos e insultos.

Se acercaron a varias celdas, donde pudieron ver las condiciones de los prisioneros, todos estaban delgados, se podía ver sus huesos, otros tenían heridas infectadas, sus miradas era de locura total, no era para menos, si cada cierto tiempo llegaban los dementores.

Revisaron varias celdas, hasta que, al fin, llegaron a la que tanto esperaba... la celda de Black. Draco se acercó a la celda, lo encontró tirado en un rincón, sus ropas sucias y viejas, cabello andrajoso y mirada perdida, lo escuchó murmurar los nombres de James, Lily y Harry.

—Abre esta celda — ordenó al guardia

—Es peligroso Ministra — el guardia tenía miedo, conocía la historia de Black y no se quería arriesgar

—No estoy preguntando, te estoy dando una orden — Draco lo agarró de la ropa y lo empujó hacia la celda.

Con las manos temblorosas, sacó su varita y realizó unos hechizos para abrir la celda.

La celda se abrió y ambos entraron.

Black volteó la cabeza, al ver al guardia y mujer que tenía una aura fuerte, empezó a enderezarse, atento a cualquier movimiento.

—Pero si es el famoso Sirius Black — dijo con burla

—¿Qué hacen aquí? — preguntó con voz apagada, como si hace tiempo no dijera una palabra

—Buena pregunta Black — Draco se volteó hacia el guardia — Guardia ¿Qué hacemos en esta celda? — preguntó con diversión

—¿Qué? Eh... ¿Revisar la condición del prisionero? — respondió con duda

—Cerca, pero no — su vista regresó a Black — Dime Black, ¿Quieres salir de aquí?

Black frunció el ceño

—Dije ¿Quieres salir de aquí? — repitió

—Ministra, ¿Qué está diciendo? — el guardia agarró su varita con firmeza — El prisionero Black no puede salir de aquí... si usted lo quiere sacar... tendré que avisar a mi superior — aunque su voz dudaba un poco, se mantuvo firme

—Me gusta tu sentido de justicia — Draco le dio una cálida sonrisa al guardia — es una lástima que me importe poco.

—Stupefy — el hechizo impacto al guardia, dejándolo inconsciente — Petrificus Totalus — realizó otro hechizo más, para estar más seguro de que no se levantara.

—Bien Black, no tenemos tiempo — Buscando en las cosas que empacó, sacó la varita y una poción multijugos, a la poción agregó el cabello que le había arrancado antes al guardia — Toma esto — dijo aventando las cosas hacia Black

—¿Crees que soy tan estúpido para confiar en usted? — la rabia se podría sentir en su voz

—Si lo creo, pero para tu tranquilidad, te aseguro que no soy ningún seguidor de Voldemort

—¿Esperas que te crea? — dijo con incredulidad

—Mira, no tengo tiempo, tenemos que salir de aquí y cuando estemos en un lugar seguro, te contaré todo

—¿Con qué motivo quieres sacarme de aquí? Ni siquiera te conozco... ¿O eres algún ligue del pasado que está obsesionada conmigo? — respondió con sarcasmo

—Me apiado de todos las parejas que tuviste, pero no... tengo un plan, y eres clave para que se cumpla

—Eso lo hace más sospechoso, ¿no crees? Dime algo para que te crea y escape contigo de aquí

Dio un suspiro cansado y dijo — Sé que Pettigrew es el culpable y sigue vivo, así que ¿vienes o no?

En vez de calmarlo, esto alarmó más a Black, pero por alguna razón, no sentía desconfianza de esta mujer. Él no era de analizar las cosas, era más de actuar sin pensar y fiel a eso, no hizo falta más palabras.

Black agarró la varita y de un sorbo tomó la poción.

Ahora Black, con la apariencia del guardia, se paró al lado de la mujer.

—Vámonos de aquí


Cambiaré la historia por ti - Harco -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora