Capítulo IX: La consulta

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Los peces dorados nadaron en la pecera hacia el alimento. Los peces Koi se movían, formando un ying y yang. No podía quitar mis ojos de los bellos peces. Los cirujanos, los payasos, los velas, los cristales. Todos me encantaban. Las luces apagadas me transmitían paz y tranquilidad, siempre había sido así y siempre lo sería. Solamente aceptaba unas luces neones de tono azul oscuro tenue. Daba gracias de que el dinero de mis padres pudiese hacer miles de cosas. Como por ejemplo hacer que el instituto remodele la sala de psicóloga escolar con tal de mantener mi estado mental en 'aceptable'.

— ¿Cómo ha estado para ti el cambio, Emily?—

Me preguntó con una sonrisa. Devolví con suavidad la vista hacia ella y la observé.

— Bien—

Dije solamente con un tono desganado y solitario. Los ojos marrones de la psicóloga me miraron con compasión. Vamos otra vez. Otra vez a que alguien se apiade. Otra vez que me vean como la frágil muñeca de cristal.

— Me dijeron que últimamente has estado intentando tener libertad. Esto no es malo solamente debes hacerlo... a medida—

Me estaba diciendo que me dejará controlar. Probablemente había hablado con Kieran y había recibido un generoso regalo para que me dijera esto. Era una especie de habilidad que me permitía poder leer lo que decía la gente. Lo que decía de verdad.

— Háblame del instituto—

— Bien—

— ¿Qué tal las materias?—

— Bien—

— ¿Los compañeros?—

— Bien—

Sus ojos me miraron con un poco de dureza. Había tardado más que los demás en darse cuenta que no cooperaría. Me encogí en el sillón cuando su mano tomó mi muñeca.

— Emily, coopera—

Me lo pidió. No como un igual obviamente, sino como un cachorro que no quiere tomar su medicina. Soltó mi muñeca con suavidad y se acomodó en su sillón.

— Háblame sobre tu familia. ¿Cómo va tu relación con tus hermanos? Kieran, por ejemplo—

Silencio. No respondí. Analice detenidamente qué diría. ¿Acaso le diría de la obsesión de mi hermano mayor con cazar y que los pequeños veamos para tenernos en su control? ¿Le hablaría de como disfruta pegarnos para reafirmar su lugar? ¿Le contaría que es un drogadicto que lo esconde bien? ¿Le diría que es el rey de la casa?

— Bien. Es un buen hermano mayor. Siempre me cuida y trata de que este bien—

Mentira. Mentira. Mentira. Mentira. Mentira. Mentira. Siempre mentía cuando me preguntaban sobre él.

— ¿Noah?—

— Es un buen hermano. A pesar de ser el pequeño siempre me cuida. En muy cuidadoso con todo—

— ¿Raymond?

— Bien. Últimamente quiere que nos juntemos más. Mañana iremos por un té a un café que le dijeron era bueno—

Le respondí con una sonrisa. Su mirada se relajo al darse cuenta que cooperaba. Aquí venía. El último.

— ¿Charlie?—

— Somos muy unidos. Sabe que los gemelos siempre están juntos—

Me miró como sí le hubiese dicho algo sin concordancia. Como si mis palabras no tuviesen sentido alguno. No lo tienen diciendo la verdad. No. No lo tienen

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