CAPITULO 5

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Esa mañana, entré en la clase de matemáticas con la cabeza llena de pensamientos sobre el entrenamiento de fútbol de esa tarde.

Tomé asiento junto a Jake y Sam, intercambiando, como siempre, comentarios rápidos sobre las tácticas que queríamos probar. Estábamos emocionados por el primer partido, aunque todavía no nos habian dicho la fecha en la que se jugaria, y discutíamos cómo podríamos mejorar nuestras jugadas.

Jake tenía algunas ideas sobre cómo reforzar nuestra defensa, mientras que Sam estaba más interesado en perfeccionar nuestras estrategias ofensivas. Yo, por mi parte, estaba pensando en cómo podríamos sorprender a nuestro rival con un par de jugadas inesperadas.

Mientras esperábamos al profesor, noté movimiento en la puerta. Bianchi entró en el aula con un aire decidido, algo que me sorprendió. Normalmente, ella no asistía a nuestras clases matutinas, prefiriendo pasar el tiempo con su grupo de amigos en otros lugares del instituto. Por lo que he podido escuchar por los pasillos Bianchi siempre había sido una figura enigmática en nuestra escuela, alguien que prefería mantenerse al margen de las actividades académicas y que tenía una reputación de ser un tanto rebelde.

Jake y Sam me miraron con sorpresa, y pude sentir la tensión en el ambiente mientras Bianchi caminaba hacia su asiento, ignorando las miradas curiosas que le lanzaban algunos compañeros.

Era evidente que su presencia estaba causando un revuelo en la clase. El profesor entró poco después y también mostró una ligera sorpresa al verla allí. Comenzó la clase de matemáticas, tratando de recuperar la compostura, pero no pudo evitar lanzar alguna que otra mirada inquisitiva hacia Bianchi.

Noté que ella estaba inusualmente callada y concentrada. Aunque de vez en cuando levantaba la vista y se encontraba con la mía, como siempre, su mirada mostraba su habitual sarcasmo o desdén. Me resultaba difícil concentrarme en la lección con tantas preguntas rondando en mi cabeza. ¿Qué estaba haciendo Bianchi aquí? ¿Había algún motivo especial para su repentina asistencia?

Durante el tiempo libre, mientras nos dirigíamos al pasillo, Jake me golpeó suavemente el hombro.

—Oye, Ethan, ¿notaste algo extraño con Bianchi hoy? —preguntó en voz baja.

—¿Te refieres a que está aquí en clase? Sí, es bastante raro —respondí, frunciendo el ceño.

Sam asintió con gesto pensativo.

—Parece que algo está pasando. No creo que haya venido aquí solo por casualidad.

Nos quedamos pensando en eso mientras nos dirigíamos a la cafetería. Durante el almuerzo, continuamos discutiendo sobre el cambio de actitud de Bianchi y qué podría significar para nosotros y para el equipo de fútbol. La cafetería estaba llena de estudiantes, y el bullicio habitual se veía interrumpido de vez en cuando por miradas furtivas de los profesores hacia nuestra mesa, probablemente debido a nuestro tema de conversación.

Después del almuerzo, volvimos a clases para las últimas dos horas de la tarde. Las clases transcurrieron con normalidad, pero justo cuando me perdí en mis pensamientos durante la clase, la megafonía del instituto se activó repentinamente.

—Alexia Bianchi, por favor, dirígete a la oficina del director. Repito, Alexia Bianchi, por favor, dirígete a la oficina del director.

Al escuchar su nombre por megafonía, Alexia se levantó de su silla y salió de clase pegando un fuerte portazo. Todos en la clase quedaron en silencio, y el profesor intentó retomar la lección, pero era evidente que todos estábamos desconcertados por la llamada inesperada.

La clase transcurrió sin incidentes, pero mi curiosidad sobre Alexia seguía creciendo. ¿Por qué la habían llamado al despacho del director? ¿Habría algún problema o sería algo relacionado con su repentina aparición en nuestras clases? Las preguntas se acumulaban en mi mente, pero no había respuestas a la vista.

Al terminar todas las clases, mientras me dirigí al vestuario para prepararme para el entrenamiento de fútbol, vi a Alexia salir del despacho del director con una expresión seria en el rostro. Ella me dio un empujón leve al pasar, sin levantar la vista. Ese gesto brusco me tomó por sorpresa, y me quedé mirando su espalda mientras se alejaba caminando hacia la oficina del director.

Después de terminar el entrenamiento de fútbol, regresé a casa con la imagen de Alexia Bianchi saliendo del despacho del director todavía fresca en mi mente. Durante la cena, mi madre y mi padre comentaban sobre sus días mientras yo jugueteaba con la comida en mi plato, perdido en mis pensamientos. Mi mente no dejaba de dar vueltas a lo sucedido.

—¿Cómo te fue hoy en la escuela, Ethan? —preguntó mi madre con una sonrisa cálida.

Levanté la mirada, un poco distraído. —Bien, mamá. Nada fuera de lo normal.

Mi padre, notando mi falta de entusiasmo, me miró por encima de sus anteojos.

—¿Algo te preocupa, hijo?

Respiré hondo antes de responder. —No, nada. No te preocupes papá. Simplemente, hoy fue un día extraño, solo eso.

Mi madre frunció el ceño. —¿Estás seguro hijo?

Asentí. —Sí, de verdad no os preocupéis. Solo necesito descansar.

Mi padre intercambió una mirada con mi madre, pero no volvieron a preguntarme nada más durante la cena y hablamos de otros temas. Traté de centrarme en la conversación, pero mi mente seguía regresando a la extraña serie de eventos que habían ocurrido ese día.

Al terminar de cenar recogí los platos, ayudé a lavarlos y subí al baño de mi planta para darme una ducha de agua caliente. Mientras el agua corría por mi cuerpo, traté de ordenar mis pensamientos.

Después de la ducha, me dirigí a mi habitación y me tumbé en la cama, esperando que el sueño me alcanzara pronto. Sin embargo, mi mente seguió divagando hasta que finalmente conseguí dormirme.

En el Mismo CampoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora