El domingo pasó rápidamente hasta que llegó el lunes. Mi despertador rompió el silencio de la mañana con su estridente sonido. Rápidamente, me vestí, desayuné y me dirigí al instituto.
Después de las clases matutinas, fui al campo de fútbol para entrenar. El entrenador Cooper había adelantado la sesión debido a un compromiso personal más tarde ese día, creando un ambiente tenso y lleno de expectativas. Todos estábamos conscientes de lo crucial que era el próximo partido, y yo estaba decidido a dar lo mejor de mí.
Pero la presencia de Alexia y su grupo en las gradas hizo tambalear mi determinación. Sus risas y burlas constantes comenzaron a afectarme profundamente, especialmente durante los ejercicios de tiros a puerta.
—¡Vamos, Ethan! ¡Muéstranos esos tiros! —gritó Alexia, riendo sin piedad.
Intenté ignorarla, pero su persistencia finalmente me superó cuando fallé un tiro crucial. Frustrado, lancé el balón y subí directamente hacia las gradas, mi rostro enrojecido por la ira.
—¡Alexia, basta ya! —exclamé, enfrentándola furiosamente—. ¿Por qué no puedes dejarme en paz? ¿Qué demonios te pasa?
Ella me miró con una sonrisa burlona, disfrutando claramente de mi molestia.
—¿Dejar en paz a quién? —replicó con desdén—. Es divertido verte esforzarte tanto para fallar.
Mis nervios estaban al límite. No podía comprender su crueldad sin motivo aparente.
—No entiendes nada, ¿verdad? —le dije con voz temblorosa de rabia—. Estoy aquí para mejorar, para ayudar al equipo. ¿Qué ganas tú con todo esto? ¿Por qué disfrutas haciéndome sentir miserable?
Alexia se puso de pie y se enfrentó a mí con desafío.
—¿Qué gano? Tal vez solo quiero que veas la realidad. No eres tan especial como crees. Todos tienen problemas, todos luchan. No eres el único que se esfuerza.
—¿Eso es lo que piensas? —respondí, mi voz elevándose—. ¿Crees que no sé lo que es luchar? Te aseguro que he trabajado mucho más duro que tú en tu vida para estar aquí. Mírate, no sabes lo que es luchar por nada.
Nuestro intercambio de palabras atrajo la atención de todos, incluyendo al entrenador Cooper, quien intervino de inmediato para detener la confrontación.
—¡Basta los dos! —gritó, separándonos—. Esto es inaceptable. Alexia, si no puedes comportarte de manera respetuosa, te pediré que te vayas. Y Ethan, vuelve al campo y concéntrate en el entrenamiento.
Respiramos pesadamente en silencio por un momento. Volví al campo, luchando por recuperar mi concentración, pero la confrontación había dejado un peso en mi mente.
Al final del día, exhausto física y emocionalmente, recogí mis cosas. Jake y Sam se acercaron, visiblemente preocupados por mí.
—¿Estás bien, Ethan? —preguntó Jake, dándome un toque en el hombro.
—Sí, solo estoy cansado de todo esto —respondí con un suspiro—. No la soporto, la odio—dije cabreado por recordar la discusión.
—Ya lo sé, hermano, pero no dejes que te afecte demasiado. Eres un gran jugador y una gran persona. No dejes que sus palabras te derriben —añadió Sam, tratando de reconfortarme.
Asentí, agradecido por su apoyo. Al llegar a casa, mi madre notó mi estado de ánimo y me ofreció una taza de té caliente.
—¿Qué pasó hoy, Ethan? —preguntó, preocupada.
—Tuve una discusión con una compañera de clase. Parece que no importa lo que haga, siempre está ahí para criticarme —le expliqué, tomando un sorbo de té.
—A veces las personas actúan así porque están lidiando con sus propios problemas. No es una excusa, pero puede ser una explicación. Solo sigue esforzándote y no dejes que te afecte demasiado —me reconfortó con suavidad.
Reflexioné sobre la confrontación mientras me preparaba para dormir. Aunque fue intensa y dolorosa, también me dio una nueva perspectiva. Estaba decidido a demostrar mi valía, tanto en el campo como en mi vida personal.
Sin embargo, mientras recordaba el enfrentamiento, me di cuenta de que algo en Alexia no estaba bien.
Había notado su comportamiento errático, sus pupilas dilatadas y sus respuestas impulsivas durante nuestra discusión. Las palabras que me había dicho no parecían solo producto de su actitud habitual; algo más estaba detrás de eso. Me quedé pensando en las posibles razones, pero una idea se instaló en mi mente: Alexia había consumido drogas.Sabía que era una suposición seria y no podía estar seguro solo por su comportamiento en ese momento. Pero la idea no me abandonó fácilmente, dejándome con una confusión mientras me adormecía, preparándome para enfrentar los desafíos del nuevo día.
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En el Mismo Campo
RomansaEthan llegó como un rayo de sol en el último año de instituto. Alto, con una sonrisa perfecta y grandes habilidades en el fútbol. Pero no todos estaban encantados con su llegada. Alexia, una ex gloriosa corredora de atletismo que había caído en malo...