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Alexander se despertó temprano al día siguiente, su mente aún procesando todo lo que Raphael le había contado. Los primeros rayos del sol se filtraban a través de las cortinas, bañando la habitación en una luz suave y dorada. Se sentó en la cama, observando todo a su alrededor, ya no estaba en prisión pero se sentía aún más encerrado, aunque vestía el uniforme de su hermano, sabía que hoy empezaba lo más complicado y debía actuar como él en todos los sentidos, ocultando y aprisionando a Alexander. El día anterior fue sencillo, las personas a su alrededor mostraron respeto y admiración hacia su hermano así que si actuó de manera extraña, ellos no dijeron nada.

Respiro y se encaminó hasta donde Raphael lo esperaba. Cuando lo visualizo, en medio del corredor, este le regaló una sonrisa. -¿Listo Alexander? -preguntó, entregándole una taza de café.

Alexander asintió, tomando un sorbo del café caliente. Sentía una mezcla de nerviosismo y ansiedad. En estos días es lo único que ha podido experimentar.

-Sí. ¿Cuál es el plan para hoy?

Raphael le hizo un gesto para que lo siguiera. Caminaron juntos por el pasillo, sus pasos resonando en el silencio de la mañana.

-Primero, tenemos que asegurarnos de que todos los detalles están cubiertos. Vamos a repasar la misión, tus contactos y cualquier otra cosa que necesites saber. Luego, te llevaré al lugar donde Alejandro solía reunirse con sus informantes. Es importante que te familiarices con el entorno y las personas.

A medida que avanzaban, Alexander no pudo evitar sentirse como si estuviera caminando hacia una nueva vida, una en la que tenía que dejar atrás sus propios miedos y dudas para convertirse en alguien más. Pero también sabía que, en el fondo, seguía siendo él mismo, y nadie lo podía cambiar.

Llegaron a una sala de reuniones equipada con mapas, documentos y fotografías. Raphael se detuvo frente a una gran pizarra blanca donde había esbozado un plan detallado.

-Bien, vamos a comenzar. Primero, los eventos clave de la última misión de Alejandro. Esto es lo que necesitas saber.

Mientras Raphael continuaba explicando, Alexander se encontró sumergido en sus propios pensamientos, sus recuerdos lo transportaron a su infancia. Recordó una tarde soleada en la que él y Alejandro estaban jugando en el parque cerca de su casa. Alejandro, con su sonrisa brillante y sus ojos llenos de determinación, le había dicho: -Algún día voy a salvar vidas. Quiero ser un policía generoso y honesto. Quiero hacer una diferencia en el mundo, Alec.

Alexander había sido más reservado, más cínico quizás. No compartía esa visión idealista, pero siempre había admirado la claridad y la convicción en su hermano. Incluso desde niños, Alejandro había sido el modelo a seguir, el niño perfecto que sus padres adoraban. Sin embargo, esa admiración nunca opacó el amor que sentía por él. Aunque a veces se sintiera inferior y resentido por las constantes comparaciones, Alexander siempre había querido lo mejor para su hermano.

Siempre.

La competencia entre ellos había sido inevitable, pero estaba llena de cariño y respeto. Las noches en que se quedaban despiertos hablando de sus sueños y miedos, las veces que se apoyaron mutuamente en los momentos difíciles, todo eso había cimentado una relación indestructible. Alejandro, con su espíritu protector, siempre había cuidado de Alexander, incluso cuando este último se metía en problemas.

Alexander, por su parte, siempre había sido el confidente y el apoyo emocional de Alejandro en sus momentos de duda.

Ahora, mientras miraba a Raphael y pensaba en la misión que tenía por delante, un dolor profundo se instaló en su corazón. Ver a Alejandro en ese estado, tan frágil e irreconocible, era una injusticia que Alexander no podía aceptar. Era como si el universo hubiera castigado a su hermano por ser tan noble y valiente.

descarado ¡! malecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora