2. Tortura

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Me resultó difícil conciliar el sueño durante toda la noche; el insomnio fue una tortura, una con nombre y apellido

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Me resultó difícil conciliar el sueño durante toda la noche; el insomnio fue una tortura, una con nombre y apellido. No podía apartar de mi mente esa sonrisa, esa voz y esa mirada. No llevaba ni un día de conocer a Vicenzo y su nombre ya resonaba con fuerza en mi mente.

Me levanté para ir a la universidad, sintiendo que el camino se alargaba interminablemente. No sé si era porque mi auto estaba en el taller y tenía que recorrer una gran distancia, o porque estaba sobreviviendo con apenas dos horas de sueño.

—¡Joel! —exclamó una voz femenina detrás de mí. —¡Espérame!

Sentí cómo Amelie me jalaba de la mochila, riéndose con cansancio.

—Sí que caminas rápido -dijo, tratando de recuperar el aliento. —Te estuve mandando mensajes toda la noche. ¿Cómo te fue en la cena con el papá de Matteo? —preguntó con entusiasmo. —Seguro que fue odioso, ¿no? Mi papá llegó a hacer algunos negocios con él para su empresa y las veces que lo ví, el tipo era un engreído y...

—Amelie, espera! _la interrumpí, riéndome. —No fue tan malo. Vicenzo es... diferente. Tiene un aire intimidante, pero no fue odioso conmigo.

—¿En serio? —preguntó, alzando una ceja. —Diferente cómo?

—No sabría explicarlo —dije, recordando la intensa mirada de Vicenzo. —Es difícil de descifrar, pero hubo momentos en los que fue sorprendentemente... amable.

Amelie me miró con curiosidad, sus ojos brillando de interés.

—Bueno, eso es inesperado —comentó. —Pero aún así, ten cuidado. Los tipos como él siempre tienen una agenda oculta.

—Lo sé, lo sé —respondí, suspirando. —Pero no puedo evitar sentirme intrigado.

—¿Y quién no? -respondió con obviedad. —Es el tipo del que todos hablan en el pueblo. Si mi novio tuviera un padre como el de Matteo, no hubiera aceptado estar con él en primer lugar. Claro que yo no tendría novio -soltó una risa que me contagió. —Cuando me contaste que salías con Matteo, casi me voy de culo. Es buen chico, pero estar en el ojo de todos por su posición es una mierda.

Amelie era una gran amiga para mí. Nos conocimos en nuestro último año de preparatoria, en un momento crucial de mi vida, cuando salí del clóset, o más bien, todos se enteraron sin que yo lo quisiera. Los comentarios maliciosos y las miradas de juicio no se hicieron esperar, pero Amelie, estando en la misma situación, me ayudó a enfrentar todo aquello con una fortaleza que jamás pensé tener. Su apoyo incondicional y su valentía para enfrentar la adversidad me inspiraron profundamente.

—Gracias por los buenos deseos, Amelie —dije, fingiendo sarcasmo.

—Vamos, sabes que te lo digo porque me preocupo por ti. Solo ten cuidado, ¿vale? —insistió, su tono más serio.

El precio del pecado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora