1. Tentación

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—¿Irás hoy, verdad? —me preguntó Matteo mientras apresuradamente metía sus cosas en la mochila. —Bueno, en realidad tienes que ir, ya que le dije a mi padre que te conocería esta noche. Supongo que le sorprendió escuchar que tengo novio; casi se muere —continuó hablando sin dejarme responder.

Nunca lo había visto tan nervioso. De hecho, era el tipo de chico que parecía despreocupado todo el tiempo, pero ese día era todo lo contrario.

—Sí, iré; ya no puedo decir que no —suspiré con resignación mientras Matteo sonreía con victoria. —¿Qué debería ponerme? Es la primera vez que conozco al padre de un novio. —admití en un tono bajo y pensativo. —¿Estás seguro de esto? ¿No es muy pronto para que me presentes a tu padre? —pregunté con temor.

No sabía cómo evitar la situación; la idea de conocer a su padre me hacía sentir un nudo en el estómago.

Quería conocer a su padre y explorar la mansión D'Angelo. Ese hombre y esa casa eran un completo misterio para mí. Pero la idea de finalmente ver a Vicenzo en persona y adentrarme en ese lugar me ponía muy nervioso.

—Tranquilo, ya le he hablado de ti. Sabe que eres un gran chico, que no te metes en problemas, eres un buen estudiante y me haces muy feliz; le caerás bien —dijo Matteo con una sonrisa que me infundió algo de calma. —Además, cualquier cosa que te pongas te quedará bien; tienes buen estilo.

—Bueno, eso es cierto —murmuré con una pequeña sonrisa y di un beso en su mejilla. —Entonces estaré en tu casa a las cinco, ¿de acuerdo? Tengo que terminar la tarea. Nos vemos allá —dije mientras recogía mis cosas. Sentí la mano de Matteo sujetando mi antebrazo y acercándome a él para darme un beso en los labios.

Aún me sorprendían esos gestos. Aunque era mi novio, todavía estaba adaptándome a nuestro cambio de amigos a pareja.

Le di una pequeña sonrisa y salí del salón de clases con el corazón acelerado, como cada vez que Matteo me besaba inesperadamente.

Después de recoger mis cosas, me dirigí a casa para prepararme. Tenía que asegurarme de estar impecable para conocer a su padre. La anticipación y los nervios se mezclaban en mi estómago, pero sabía que no había vuelta atrás.

Desde la ventana, observé cómo las nubes grises se agrupaban en el cielo, amenazando con descargar su lluvia en cualquier momento. Riverton solía ser muy lluvioso y con clima nublado.

Mire el reloj y ví que ya llevaba treinta minutos de retraso.

El paisaje urbano lucía distinto bajo el cielo plomizo. Las aceras brillaban con charcos recién formados, reflejando las luces de los faroles que se encendían prematuramente debido a la oscuridad que se cernía.

El precio del pecado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora