Inhalé con profundidad.
Sentía mi corazón a mil por hora y su golpeteo era constante contra mi garganta. Ignoraba el sudor de mis manos y trataba de concentrarme en mi propósito para esa noche.
"Será simple", dijeron, "Terminarás rápido".
Podía verlo con claridad.
Lo tenía fijado perfectamente en el blanco a través de la mirilla del arma. Era un disparo perfecto que atravesaría su cabeza y me permitiría regresar a casa en cuestión de minutos. Solo quedaba apretar el gatillo y terminaría.
Pero no podía.
Él me miraba. Tan tranquilo, tan sereno.
Como si realmente no le estuviera apuntando a la cabeza como la cazadora que soy. Como si en vez de querer darle un tiro le estuviera ofreciendo un ramo de flores frescas.
Las flores le quedarían bonitas.
¿Qué? No, me estoy volviendo loca. Es él, debe ser su habilidad la que me está haciendo perder la razón poco a poco.
Sus ojos oscuros no se apartaban de mí, me hipnotizaba de cierta forma dejando que algo revoloteara por debajo de mi cráneo. Su piel parecía estar rociada con polvo de estrellas emitiendo una apariencia etérea. Su cabello caía pesado y delicado apenas tocando sus orejas y acariciando sus cejas pobladas, parecía que un cuervo grácil estaba descansando sobre él y dejaba caer sus alas a sus costados.
No había malicia en su caminar. Tenía un andar tranquilo, sereno y firme. Ningún paso tenía duda ni temor. Como si él le ordenará al tiempo avanzar. Su sonrisa inocente demostraba que era ajeno a lo que podía provocarle al mundo y a mí.
Cada vez se acercaba más a dónde estaba, hasta que de nada sirvió mirar a través del objetivo.
Y finalmente llegó a mí.
Nos separaba un arbusto y poco más. Pero lo tenía perfectamente frente a mí.
El aire pareció descender la temperatura unos grados a nuestro alrededor. El ocaso ya estaba por ser completamente noche y yo solo podía quedarme ahí. Admirando sus mejillas que parecían tener un rosado pálido de lo más tierno.
— Al fin te veo.
Su voz envío un susurro que recorrió la piel de mis brazos hasta acariciar mi cuello.
¿Que tenía que hacer si lo tenía enfrente? Habían dicho que su especie era peligrosa... ¿Pero algo tan hermoso como él era peligroso?
¿Que hacía aquí en primer lugar? Creo que yo... Tenía que lastimarlo... Pero no recuerdo la razón.
De alguna forma mi consciencia estaba embotada en tantas emociones y sensaciones que chocaban una contra otra.
— Estoy feliz de que estés aquí.
— Por... Qué...
Su sonrisa era cálida, contrastaba enormemente con la temperatura real y la realidad. Me gusta su sonrisa.
— Siempre te he visto de lejos... Quería hablarte aunque sea una vez.
— ¿Sabes quién soy?
— Claro que lo sé, y sé porque me buscaste.
Yo lo tenía que buscar... Cierto. Tenía que hacerlo...
"A cada uno se le asignará un sector limpien el área de esas cosas", había dicho el Comandante, "Son peligrosos, mantengan sus distancias y ataquen desde lejos"
— ¿Y no deberías correr si lo sabes?— pregunté, sin dejar de mirar como sus hilos de obsidiana se mecían con el viento.
—No puedo.
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Cuentos que no quiero perder
DiversosSerie de cuentos que he escrito y me gustan los suficiente como para querer compartirlos con los demás. Aquí encontrarás de todo un poco. Habrá romance, suspenso, terror, reflexión, y demás. Gracias por darles una oportunidad y de ser parte de ti po...