Prólogo

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— ¿Park Jimin? ¿Podrías presentarte? — preguntó la profesora de curso en noveno grado. El chico nuevo se levantó de su asiento en la última fila con nerviosismo, sus hombros encogidos, con su dedo índice acomodándose las gafas negras de armazón negro sobre el punte de su nariz que aunque respingada; brotada en acné.

— S-soy yo... — no pudo evitar tartamudear con una voz más aguda de lo que hubiera querido, intimidado por todas esas miradas; ya podía ver un par de sonrisas burlonas a través de su fleco descuidado y el día de clases ni siquiera comenzaba.

— Cuéntanos un poco sobre ti — la profesora lo miró con una sonrisa amable intentando transmitirle algo de confianza, pero ya era tarde, Jimin intuía lo que le esperaba. Era obvio que ya allí todos tenían un grupo de amigos, comenzaron a murmurar entre ellos sin dejar de verlo.

Retorció sus manos entre sí sintiéndolas sudorosas por los nervios.

— Vengo de Busan y... — sus palabras se vieron cruelmente interrumpidas por un abucheo junto a un par de risas burlonas que luego se fueron multiplicando hasta convertirse en un coro espantoso. A eso se sumaron bolas de papel arrojadas a su silla, la voz de la joven mujer regañando a los demás apenas podía registrarla.

Eligió sentarse, sintiéndose demasiado miserable para tener apenas catorce años.

— Eres hermano de Jihyun, ¿No? — quiso que la tierra se lo tragara al escuchar eso, lo que faltaba. Nada más asintió los jadeos las exclamaciones de sorpresa y de burla se hicieron más fuertes.

Claro, Park Jihyun el chico de último grado que además era personero estudiantil y muy guapo, ¿Quién no iba a reconocerlo?

— ¿¡Cómo puede esa cosa compartir sangre con Jihyun oppa!? — alcanzó a escuchar a una chica a su lado decirle a su amiga, chillona e innecesariamente ruidosa.

— ¡Es el patito feo! — respondió otra persona ajena a la conversación en voz alta mientras lo miraba fijamente, el coro de risas horribles volvió para atormentarlo y acabó por mirar a su escritorio intentando ignorar lo que estaba pasando mientras la profesora intentaba callarlos.

Era simplemente el ciclo de su vida repitiéndose. 







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Patito feo | JimSuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora