''𝐋𝐨𝐬 𝐃𝐫𝐚𝐠𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐋𝐞𝐬 𝐠𝐮𝐬𝐭𝐚 𝐚𝐜𝐮𝐦𝐮𝐥𝐚𝐫 𝐭𝐞𝐬𝐨𝐫𝐨𝐬 𝐲 𝐬𝐨𝐛𝐫𝐞𝐭𝐨𝐝𝐨 𝐥𝐚𝐬 𝐣𝐨𝐲𝐚𝐬''
'Aemma en una noche no sólo perdió el ojo y ganó un dragón, también se ganó un esposo.
Pero nunca se espero que sería su Tío Daemon...
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La princesa Aemma había perdido su ojo.
Fue atacada por los hijos de su media hermana Rhaenyra y las hijas de su tío Daemon por haber reclamado a la Reina de los Dragones Vhagar, se habían enojado con ella y las estúpidas niñas empezaron a golpearla, claro que ella no se dejaría y les devolvió los golpes pero los malditos de sus sobrinos decidieron ayudar a las niñas dando a que ella resultará muy herida por que los cuatro decidieron empezar a golpearla.
Pero sin duda el que se pasó fue su sobrino, Lucerys.
El pequeño bastardo había agarrado una navaja que nunca había visto y la mutilo.
Le quito su vista, ella solo pudo ver con su ahora único ojo bueno como salía mucha sangre, sentía miedo.
Pero había una ira que recorría por sus venas que sabía que no era de ella, era de su dragón, Vhagar, la dragona estaba molesta por que su cría había sido lastimada.
Después llegaron los guardias horrorizados por la escena frente ellos, la joya del Reino estaba herida, la llevaron rápidamente con un maestre para que la cure.
Y ahora se encontraban en esta situación.
Un maestre estaba cosiendo su ojo mientras su madre la miraba preocupada y le preguntaba si iba a sanar su ojo, un pregunta estúpida según Aemma pero por muy estúpida que sonará enserió deseaba que sanara su ojo.
Pero las siguientes palabras que escucho eliminaron toda esperanza.
—La piel sanara pero perdió el ojo, majestad—Aemma sabía que era imposible recuperar el ojo pero había algo en ella que deseaba que su ojo sanara por tan imposible que fuera.
Sumergía en sus pensamientos apenas noto que su madre se paro para darle una cachetada a su hermano, Aegon.
Escuchando como le decía que donde estaba, cuando ella recibió tales abusos de sus sobrinos, Aegon no respondió solo se quedó callado, quería pararse y decirle a su madre que Aegon seguro estaba durmiendo que no estaba haciendo nada tonto como tomar o buscar sirvientas, ya que por mucho que su hermano le haga burlas, ella lo seguía queriendo, pero no podía pararse por que el maestre seguía cosiéndole el ojo.
