III. ESCAPADA

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Silvia me señaló la habitación en la que se encontraba Eva y por un momento me asusté ¿Y si había pasado algo malo? Entré y la vi ahí sentada tan tranquila y me miró, pero no con una mirada normal, no, sino con esa mirada que pone cada vez que quiere hablar de algo que, o uno, me incomoda, o dos, iba sobre mí y yo no querría hablar de ello.

Me paré en seco y la miré, poniendo los brazos en jarra y levantando una ceja. "A ver, ¿qué pasa?".

"He visto que te lo estabas pasando muy bien con João... Se os veía muy animados." Ya empezaba, sabía que tenía que ser algo así.

"Bueno, qué quieres que te diga, el chaval es majo-"

"Y guapo, tienes que admitir que está como un tren" A mi se me abrieron los ojos como platos. "¿Qué? ¿Me vas a decir que no?"

"A ver no, pero-"

"Pero nada. Dime una cosa, ¿te gusta?"

"¡Eva! Como me va a gustar si le acabo de conocer. Además sabes lo que opino yo de las relaciones." Habíamos tenido esta conversación un millón de veces. Cada vez que salíamos y yo tenía la mínima interacción con un hombre ella ya tenía planeada la boda, el nombre de nuestros futuros hijos y la casa en la que viviríamos. Porque ella es así. Siempre le ha ido bien en el amor, conoció a Rodrigo de muy joven y desde entonces ya todo el mundo sabía que acabarían juntos. Pero no es así para mí. Puede ser que sea muy cabezota y exigente, y que me cueste dar el brazo a torcer y también es muy probable que la falta de una historia de amor en mi vida se deba a mi falta de habilidad para abrirme a la gente. Pero de momento estoy bien, o eso creo.

"Alex, te conozco perfectamente y sé que crees que no necesitas un hombre en tu vida, cosa que yo apoyo al cien por cien. Pero lo que sí creo que necesitas es vivir un poco... Y no solo me refiero a João, que también, pero necesitas salir un poco de tu zona de confort. Necesitas alocarte por una vez en tu vida, soltarte, ser tú misma, hacer una locura, y si te arrepientes luego pues no pasa nada. Habrás aprendido de ello, vale sí a lo mejor te hieren emocionalmente, pero habrás vivido Alexandra... Habrás vivido." Yo no sabía qué decir, pero sí sabía que tenía razón.

"Sabes, tienes razón", dije finalmente, dejando escapar un suspiro. "He pasado tanto tiempo protegiéndome, evitando riesgos y tratando de mantener todo bajo control... Pero quizás es momento de cambiar eso, de soltarme un poco y ver qué pasa. No sé si estoy lista para alocarme completamente, pero al menos puedo empezar a salir de mi zona de confort. Y si eso significa darle una oportunidad a João y a otras cosas nuevas, entonces quizás es momento de hacerlo." Eva me tomó de la mano y la acarició suavemente."Gracias por recordarme que vivir también significa tomar riesgos y aceptar que no todo puede ser perfecto."

"Eso es lo que quería oír." Eva rió un poco y luego me miró directamente a los ojos. "Ahora, como mi dama de honor quiero pedirte un último favor."

"Lo que haga falta."

"Quiero que salgas ahí y te lo pases genial con João. La noche es joven, disfruta."

Me lo pensé y tampoco me parecía tan mala idea. Así que con un último apretón de manos las dos salimos de la habitación y volvimos al jardín donde la gente seguía bailando y bebiendo. Ella se fue con su marido, ugh qué mal suena eso, y yo volví a la mesa con la esperanza de encontrarme a João donde le había dejado.

Pero como no, las cosas nunca salían a mi favor y ahora en la mesa sólo había una parejita de ancianos quienes parecían disfrutar mucho más de la compañía del otro que de la celebración que sucedía a su alrededor.

Después de dar un par de vueltas y no encontrar a João por ningún lado, me dirigí hacia la barra para pedir un cubata. Me senté en un taburete y, como de costumbre, me dediqué a observar mis alrededores.

La boda de Eva estaba en pleno apogeo. Las risas, los brindis y la música llenaban el aire, creando una atmósfera festiva que parecía no tener fin. Sin embargo, entre toda esa alegría, yo sentía una necesidad inexplicable de escapar, aunque fuera solo por un rato.

Sin ella darse cuenta, João observaba su leve inquietud desde la lejanía y se acercó por detrás hasta estar a escasos centímetros de ella y le susurró al oído con una sonrisa traviesa "¿Quieres salir de aquí?".

Me sorprendí cuando oí su voz tan cerca, sin embargo la idea me pareció tentadora. Me acordé de todo lo que me había dicho Eva así que sin pensármelo dos veces asentí con una sonrisa deslicé mi mano en la de João y ambos nos dirigimos fuera del jardín entre risitas sin que nadie lo notara. Al salir los dos respiramos el aire puro y fresco de Lisboa, respirando profundamente la libertad de estar solos.

Caminamos sin rumbo fijo, dejando que las calles empedradas nos guiaran. La ciudad, con su mezcla de historia y modernidad, nos ofrecía un sinfín de rincones por descubrir. Nos detuvimos en un pequeño café que aún estaba abierto y pedimos dos cafés para llevar. Con las tazas calientes en las manos, seguimos caminando, disfrutando de la tranquilidad de la noche.

"Nunca me había escapado de una boda antes" dije, riendo suavemente.

"Yo tampoco," respondió João, mirándome con una sonrisa, "pero creo que esta es la mejor decisión que he tomado en mucho tiempo."

Ese chico tenía algo que me atraía hacia él. Tenía la curiosidad y la necesidad de conocerle y me daba la sensación que ese sentimiento era recíproco.

Seguimos nuestro paseo hasta llegar a una plaza solitaria, iluminada por la suave luz de las farolas. Nos sentamos en un banco, uno al lado del otro, y comenzamos a hablar. Las palabras fluyeron con una facilidad sorprendente, como si siempre hubiéramos estado destinados a compartir nuestras vidas. Yo le conté sobre mi infancia, mis sueños y miedos, las noches largas de estudio y los momentos en que había dudado de mí misma. João, a su vez, me habló de la presión de ser un futbolista, de las expectativas constantes y de las veces en que había deseado escapar de todo.

"No sabía que eras futbolista. ¿En qué equipo juegas?" Me interesé.

"Ahora estoy jugando en el Atlètico de Madrid, pero no acabo de encajar en el equipo, así que ya veremos como va..." Noté que no le apetecía mucho hablar del tema así que lo zanjé con un rápido:

"Ya verás como la situación mejora." A lo que él me sonrió y se relajó.

Las horas pasaron volando y, antes de que nos diéramos cuenta, ya había amanecido. Nos levantamos del banco y caminamos hacia un mirador desde el cual se podía ver el sol salir sobre la ciudad. La vista era impresionante, pero ninguno de los dos podía apartar los ojos del otro.

João me tomó la mano, sus dedos entrelazándose con los míos en un gesto que se sentía tan natural como respirar. Nos quedamos allí, en silencio, mientras los primeros rayos del sol pintaban el cielo con tonos dorados y rosados. Sentía que aquel momento era nuestro, una burbuja de tiempo que nos pertenecía sólo a nosotros.

"Es hermoso" susurré, aunque no estaba segura de si me refería al amanecer o al hombre que tenía delante.

"Sí, lo es" respondió João, con los ojos fijos en los míos. "Nunca pensé que una noche podría cambiar tanto."

Sonreí, sintiendo una mezcla de emoción y tristeza. Sabía que lo que había comenzado entre nosotros esa noche era especial, algo que no se encontraba todos los días. Pero también sabía que nuestro tiempo juntos podría ser efímero. La vida, con todas sus incertidumbres, podía separarnos al amanecer.



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Tercer capítulo!! Esto es todo por hoy :)

Recuento de palabras: 1361

Tu mirada | João FélixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora