VIII. BESO

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Habían pasado varios días desde que pasé la noche en su casa y hoy era el día de nuestra primera cita. Sentía una mezcla de emociones que me tenía en un torbellino: ansiosa, emocionada y nerviosa. Ahora, estaba en mi habitación, rodeada de montones de ropa esparcida por todos lados, tratando de encontrar el atuendo perfecto con la ayuda de Eva.

"¡Vamos, Alex, cuéntamelo todo!" exigió Eva mientras sostenía una blusa contra su propio torso, evaluándola. "¿Os besasteis? ¿Pasó algo la noche que te quedaste a dormir?"

Me reí, agitando la cabeza mientras elegía unas faldas y las comparaba con un par de tops.

"No, Eva, no pasó nada" dije, sonriendo ante su curiosidad insaciable. "Solo hablamos. Fue una conversación increíble, pero eso fue todo. Al final de la noche, le di un beso en la mejilla y nos despedimos."

Eva me miró con una mezcla de incredulidad y diversión.

"¿Un beso en la mejilla? ¡Alex, por Dios!" exclamó, dramatizando su decepción. "¿Sabes lo difícil que es encontrar a un hombre como João que te haga sentir tan cómoda y segura? ¡Yo estaría lanzándome a sus brazos!"

Reí aún más fuerte, pero en el fondo sabía que Eva tenía razón. João me hacía sentir algo especial, algo que nunca había sentido antes. Pero también sabía que quería tomarme mi tiempo y disfrutar del proceso.

"Lo sé, Eva, pero quiero hacer las cosas bien. Además, esta cita es un gran paso para mí" dije, eligiendo finalmente un vestido azul cielo de satén que caía recto por mi cuerpo y marcaba ligeramente mis cadera, el cual siempre me hacía sentir segura y atractiva. "Quiero que todo salga perfecto."

Eva asintió, sonriendo comprensivamente mientras me ayudaba a alisar el vestido.

"Tienes razón, Alex. Lo importante es que te sientas bien y disfrutes el momento" dijo, dándome un abrazo rápido. "Y recuerda, soy tu fan número uno en esto, así que tienes todo mi apoyo."

Nos reímos juntas y, después de unos ajustes finales, me miré en el espejo. El vestido azul se veía perfecto, y con un toque de maquillaje y mis rizos sueltos, me sentí lista para la cita. Los nervios aún revoloteaban en mi estómago, pero había una emoción subyacente que lo superaba.

"Vas a estar increíble, Alex" dijo Eva, dándome una palmadita en el hombro. "João no sabrá qué decir cuando te vea."

Le sonreí, agradecida por su apoyo incondicional. Me puse los tacones y respiré hondo, lista para enfrentar la noche. Sabía que, pase lo que pase, esta cita sería un momento inolvidable en mi vida.

"Gracias, Eva. Significa mucho para mí tenerte aquí" dije, abrazándola una vez más.

"¡No hay de qué! Ahora ve y deslumbra a ese hombre" respondió con un guiño.

Con una última mirada al espejo, salí de mi habitación y me dirigí hacia la puerta. Mi corazón latía con fuerza, pero sabía que estaba lista para lo que la noche nos deparará. Y, mientras me dirigía a la puerta, no pude evitar sentir que esta cita sería el comienzo de algo muy especial.

Me dirigí hacia la entrada con una mezcla de emoción y nerviosismo. Al abrir la puerta, allí estaba João, de pie con una gran sonrisa, iba vestido formal pero casual, estaba guapísimo, y llevaba un hermoso ramo de lirios, mis flores favoritas.

"Dios... Alexandra estás preciosa" dijo, quedándose algo boquiabierto, luego me extendió el ramo. "Pensé que te gustarían, como me dijiste que era tu flor favorita..."

Sonreí, sintiendo un calor reconfortante en el pecho al ver las flores.

"¡Gracias, João! Son preciosos. Pasa, los pondré en agua antes de que nos vayamos."

Tu mirada | João FélixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora