BLOODLINE • PJO •

XXII

Capítulo 22: Una familia retorcida

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El nacimiento del cíclope había sido un acontecimiento horrible.

Los hijos de Gea habían acudido al parto para apoyarla y dar la bienvenida a sus nuevos hermanos, y las niñas también habían acudido para ayudar a su madre en su labor de parto, con la esperanza de aliviar su dolor. Urano aún no estaba allí, no vendría hasta que el parto hubiera terminado y los niños estuvieran aquí. Tetis, como la mayor, les había informado de esto porque tenía experiencia con el nacimiento de hermanos debido a que había presenciado los nacimientos de los otros titanes.

- Pateras  vendrá cuando todo haya terminado", había dicho Tetis. - Rezamos por hermanos fuertes para que él esté contento. - si bien Urano ciertamente no era un padre tan bueno como Erebus o Aether, no era horrible. Como rey, quería hijos fuertes y poderosos, hijos de los que pudiera alardear y restregarles en la cara a sus hermanos.

Sus 12 hijos mayores le habían complacido mucho, tanto que les había concedido cielos en su mayoría hermosos y una vida bastante pacífica durante el siglo pasado. Puede que Urano no los amara, no les hablaba ni los visitaba, pero al concederles cielos pacíficos sabían que los miraba con buenos ojos. Siempre ha provisto para ellos, concediéndoles un clima agradable, cielos soleados y lluvias suaves para reponer la tierra. Se asegura de que sus hijos estén bien cuidados. ( También se asegura de que sus hermanos no jueguen con ellos porque en este momento los Primordiales vagan por la Tierra, y Urano es el Rey y no tolerará el tormento de sus hijos).

Cuando el parto termina, su madre sostiene a trillizos, tres bebés varones que hubieran sido una excelente incorporación a la familia, si no hubieran nacido con los genes más monstruosos que ocasionalmente se transmiten de los Primordiales. Tetis le entrega los bebés a su madre con miedo en su rostro y cuando Gea sostiene a los niños con seguridad, Tetis y Océano reúnen a sus hermanos y se aseguran de que, mientras aún estén presentes, estén escondidos y agrupados contra las paredes del Monte Othrys.  Gea ama a su esposo y todos sus hijos lo saben, y en su amor olvida la verdadera personalidad de su esposo y se convence a sí misma de que, debido a su amor, su esposo favorecerá a estos monstruosos niños. ( Su madre adora a su marido y rey y él también la ama. El problema es que a menudo están tan absortos en su afecto mutuo, que generalmente olvidan y descuidan a sus hijos. Tetis y Océano se han visto obligados a asumir el papel de padres desde edades tempranas, dejando a uno de ellos eternamente cansado y desgastado y al otro eternamente amargado y cínico).

Con un fuerte crujido, Ouranos aparece en la montaña con una sonrisa afable dirigida a su esposa. Se acerca a ella con una expresión radiante y ella responde con una suave sonrisa, abrazando a sus nuevos hijos con fuerza contra su pecho. Los hermanos se abrazan mientras su padre se acerca a los nuevos bebés, el miedo comienza a apoderarse de ellos.