Poseidón ha engendrado gemelos, gemelos que presagian un giro oscuro para los dioses y el mundo.
NOTA: ESTA ES UNA TRADUCCIÓN AUTORIZADA DE "BLOODLINE" POR Butterflies_and_Dragons EN AO3, YO SOLO SOY LA TRADUCTORA QUE LES PRESENTA ESTA MARAVILLOSA H...
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Capítulo 46: Juntos nos mantenemos firmes...
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El portero se había ido del vestíbulo, no había nadie para vigilar la entrada al Olimpo excepto los semidioses. Sin embargo, el vestíbulo estaba lejos de estar vacío dado que era el campamento temporal de los semidioses, lleno hasta el borde con campistas heridos, cazadores y sátiros. Rhea estaba afuera, mirando a los muertos arder en la pira funeraria y susurrando las oraciones tradicionales de los muertos. Alex estaba de pie en las puertas del Empire State Building, observándola, pero absteniéndose de salir, dándole a Rhea el espacio para llorar y lamentarse que necesitaba. Más abajo en la cuadra, Clarisse todavía estaba desfilando con la cáscara vacía del drakon, subiendo y bajando por las calles, arrastrando la cáscara con su carro mientras gritaba para que Kronos viniera a enfrentarla.
— ¿Deberíamos ayudar a Rhea? — preguntó Grover, sosteniendo en sus manos el retoño de laurel en el que se había convertido Leneaus tras su muerte. — Quiero decir, lleva parada junto a la pira como una hora, eso no puede ser bueno.
— Déjala en paz. — interrumpió Percy, con voz suave pero con un tono de orden claro. Rhea necesitaba lidiar con su desamor y su traición en sus propios términos y Percy lo respetaría. Además, confiaba en que Alex intervendría si fuera absolutamente necesario. Le daría a Rhea el tiempo que necesitara y mientras tanto él se ocuparía de los asuntos más urgentes. Se volvió hacia Grover y Annabeth, suspiró y se frotó la frente. — Tenemos que ir al Olimpo. — murmuró en voz baja. Ante sus asentimientos de acuerdo, Percy se abrió paso entre los heridos y los campistas que descansaban hacia el ascensor.
Durante los 300 pisos que duró el ascenso, el ascensor estuvo en silencio, salvo por la horrible elección musical que había hecho el novio de Rhea (dioses, a Percy le daba náuseas pensar en Apolo con su hermana). De vez en cuando, Grover y Percy intercambiaban miradas y miraban a una Annabeth tranquila que parecía estar conteniendo las lágrimas. Ninguno de los mejores amigos sabía muy bien qué decir.
— ¿Percy? — susurró Annabeth, con una voz tan cercana a las lágrimas y rota como nunca antes había oído Percy de ella. (Le daban ganas de abrazarla y protegerla de cualquier dolor que este horrible mundo pudiera intentar causarle, aunque ella no quería eso. Annabeth era fuerte, más fuerte que la mayoría y rara vez necesitaba protección). — Tenías razón sobre Luke.
Escuchar eso debería haberle sabido a victoria. Percy debería haber resistido el impulso de levantar las manos, hacer estallar confeti y cantar "Somos los campeones". Pero no sintió nada de eso, ninguno de sus típicos sentimientos de "te lo dije" que solía tener en las raras ocasiones en que tenía razón sobre algo. No, en cambio se sintió horrible, arrepentido y culpable, como si de alguna manera fuera su culpa que Luke fuera el peor y hubiera traicionado las expectativas que Annabeth tenía de él.