𝖳𝗁𝖾 𝖽𝗈𝗈𝗆𝖾𝖽 𝗉𝗋𝗂𝗇𝖼𝖾𝗌𝗌「𝒋𝒂𝒄𝒂𝒆𝒓𝒚𝒔 𝒗𝒆𝒍𝒂𝒓𝒚𝒐𝒏 」

𝐈

El segundo onomástico del Príncipe Aegon había sido muy especial. No solo porque el primer hijo varón del Rey estaba celebrando otro año más de vida.

Si no, por los acontecimientos que sucedieron ese día.

Habían sido dos años llenos de miedo por parte de Laelys. La Velaryon desde que había sido nombrada como futura esposa del monarca vivía con el miedo constante de que su primer sangrado llegara.

Lo peor, es que su pesadilla se hizo real hace un par de lunas atrás. Había tenido que amenazar a su dama para que no abriera la boca.

-¿Dónde vas?- volteo a ver a su prima.

A diferencia de cuando Rhaenyra supo que su padre se casaría con Alicent. La Princesa había reaccionado bien ante el hecho que su padre se quisiera casara con Laelys.

Sabía que su prima, al igual que ella, solo tenían valor como esposas. Que servían para eso.

-Necesito alejarme de todo esto. No quiero ofenderte Nya, pero no soporto la mirada de tu padre sobre mí.-

El Rey había hecho que la Velaryon fuera en el carruaje junto a él y, la familia real. Lo único que Laelys había vito en todo el viaje, era el abultado abdomen de Alicent.

En todo el camino se había imaginado a ella misma en esa posición, siendo ella quien cargara con ese abultado estómago.

-No te preocupes, ve. Hasta yo misma necesito alejarme de todo esto. -

El aire había vuelto a sus pulmones, creyendo que su prima la arrastraría junto con ella a donde la familia real se encontraba.

De reojo ve como Rhaenyra se aleja, acercándose rápidamente a una de sus damas. Quien le da un pequeño paño limpio.

Lo peor de esta caza, era que Laelys estaba sangrando.

Teniendo que mirar para todos lados, se adentra del bosque en busca de poder deshacerse del paño lleno de sangre.

Cuando por fin había logrado cambiarlo, el ensangrentado lo deja en el suelo. Sus ojos violetas estaban clavados en este, preguntándose miles de cosas.

Sus ojos poco a poco se llenaban de lágrimas. Sabía que ella solo tenía valor a través de un matrimonio.

Solo era una niña. Había escuchado y, leído sobre las mujeres de su casa y, otras que se casaban jóvenes y, daban a luz a una edad temprana.

También había crecido con la historia de su nacimiento, como su madre había pasado horas en trabajo de parto.

Un día y, una noche Rhaenys había estado postrada en cama. Pujando, perdiendo sangre, todo para servir al Reino y, dar a luz a otro bebé con sangre Targaryen.

Laelys había comenzado a imaginarse en esa posición. Ella postrada en cama, bañada en sangre.

Recuerda muy bien los gritos que la difunta Reina Aemma daba cuando había entrado en trabajo de parto. Se había escapado de la guardia de sus padres.