[INTERLINING FINGERS IN THIS BEAUTIFUL WORLD]

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Yari no yuusha.

— La vista es hermosa. Puedo ver todo el pueblo...

— Yo digo que estás en lo correcto.

En un momento pacífico, Motoyasu y Naofumi se encontraban apreciando la vista desde el techo de una posada en Riyut.

Una pequeña Raphtalia yacía dormida en el regazo del Héroe del Escudo, recibiendo ocasionales caricias en su cabeza para ayudarla con sus pesadillas. Mientras tanto, en el regazo del Héroe de la Lanza se hallaba un huevo de Filolial guardado seguro en su incubadora.

Ren e Itsuki se encontraban dentro de la posada, platicando sobre sus progresos en el día y sobre la ruta que tomarían todos para salir del reino Melromarc.

Todo había salido bien después de tanto error y prueba. Y lo único que necesitó Motoyasu fue escuchar las palabras de su querido Padre en la linea del tiempo anterior para enmascarar la trampa de Perra y el Rey Basura.

Ya no tenía que cargar con el problema de sonar como un loco al decir que era un viajero del tiempo.

Y en un acontecimiento de eventos logró convencer a los demás héroes de ir con el vendedor de esclavos antes de partir fuera de la capital en donde, cómo si fuera por el destino, Naofumi se encontró con Raphtalia mientras él buscaba un huevo Filolial.

Desde ese momento, Raphtalia se apegó al Héroe del Escudo. Apenas Naofumi logró encontrar una manera para curar su enfermedad, lo seguía cómo si fuera una mamá gallina.

Motoyasu creyó que jamás vería a Naofumi tan paternal con Raphtalia. Sólo tenía los pedazos de memoria de su primera línea de tiempo donde Naofumi contaba lo mucho que costó cuidar a la niña mapache cuando la compró. Y todavía en esos recuerdos, Naofumi apenas le daba unas palmadas en la cabeza a la chica por su trabajo.

En esta linea, Motoyasu apreció que Raphtalia podía disfrutar de manera más plena su niñez. Ya que al fin Naofumi no tenía que depender de ella.

Y con sólo ver el rostro pacífico del Héroe del Escudo, sonriendo mientras el suave viento anunciaba el anochecer, podía notar que Naofumi estaba igual de contento con la idea de no estar solo.

— Motoyasu. – Naofumi habló, rompiendo el tranquilo silencio. — Creo que no lo había dicho antes por el pánico del momento. Pero gracias por defenderme cuando estuve vulnerable en el palacio.

— Sólo hice lo que debí haber hecho desde el principio. – Motoyasu se sinceró, dejando de acariciar la cápsula con el huevo Filolial. — Todavía te debo una vida de gratitud, y pienso cumplirlo ahora que estamos los cuatro juntos.

Naofumi dejó salir una sonrisa forzada antes de ver a Motoyasu.

— Debo confesar algo... – Naofumi dejó reposar su mano en la superficie del techo. — En aquel entonces cuando los guardias me llevaron con el rey, tuve el pensamiento de que no valía la pena salvar este mundo. Sólo podía pensar en que ni siquiera quería estar aquí en primer lugar y que solo había sido transportado a este mundo para sufrir sólo.

La atención de Motoyasu estaba por completo en el Heroe del Escudo, quien hablaba con calma aún con su desgarrador punto de vista.

— No puedo culparte por sentir todo eso. En cierto momento, yo también sentí algo similar. – El Héroe de la Lanza posó su mano cerca de la de Naofumi, apenas rozando su meñique. — Pero fue ahí cuando cierta persona ilumino mi vida y me hizo dar cuenta de que no todo estaba perdido.

— ¿Estás hablando sobre la tal Filo?

— No sólo fue ella. – Motoyasu clamó, sin el valor de regresarle la mirada a Naofumi. — Sé que no lo recuerdas, pero me ayudaste a salir adelante cuando fácilmente pudiste haberme dejado morir. Gracias a tí, conseguí un nuevo propósito aún si no puedo volver a mi mundo.

— ¿Cuál es ese propósito? – Naofumi soltó con curiosidad.

— ¡Yo digo que traeré la paz mundial! – Motoyasu exclamó sonando emocionado. — ¡Y después tendré una vida tranquila contigo cuidando y protegiendo a todos los bellos ángeles Filolials que el universo me ponga en frente!

— Veo que ya decidiste por mí. – Naofumi rió entre sus palabras. — Pero no me molesta la idea de traer paz a este mundo. Al menos para Raphtalia y los otros niños que todavía siguen siendo esclavos...

— Me encargaré de que esta vez se haga realidad. – Motoyasu comentó serio, borrando su sonrisa por un segundo. — Incluso si Filo no lo ve, quiero que tú llegues a hacerlo.

El Héroe de la Lanza sintió cómo media mano de Naofumi se colocaba encima de la suya.

— Se qué lo haremos. – Naofumi dió una pequeña pausa. — Puedo decir que, donde sea que esté, ella ya está orgullosa de tí.

Motoyasu no supo que responder.
La calidez de la mano de Naofumi cubría todos sus sentidos y calaba directo en su corazón.

Sentía las ganas de arrodillarse frente a su salvador y besar la punta de sus pies.

Sentía la urgencia de abrazarlo y darle todo el amor que le fué depravado en su primera vez estando juntos.

Sentía que estaba rebosando de todas las emociones que no pudo mostrar en las otras líneas del tiempo.

— Realmente te amo.

Las palabras salieron por su propia cuenta.

El Héroe del Escudo se tensó. Motoyasu lo sintió por los dedos que todavía cubrían su mano.

— Hah... Eso es un peso menos encima. – Motoyasu suspiró cómo si fuera nada. — Aunque sabía que reaccionarias así.

— ¿Ya- Ya me lo habías confesado antes? – Naofumi tardó en ordenar sus palabras, todavía nervioso por la repentina confesión.

— No. Yo digo que es la primera vez que lo digo. – Motoyasu aclaró, dejando más confundido a Naofumi. — Por eso sé que es una sorpresa para tí, porque también es una sorpresa para mí.

— ¿Eh...?

— No espero a que me des una respuesta. Sólo quería decirlo desde hace tiempo.

— ¿Con eso a cuánto tiempo te refieres?

Motoyasu guardó silencio mientras una mano iba a su mentón.

— Perdí la cuenta del tiempo. Pero se sintió una eternidad...

El silencio nuevamente volvió.

El cielo naranja se mezclaba con las primeras estrellas del anochecer, dando un paisaje hermoso para los dos héroes.

Naofumi suspiró rendido por la rareza de Motoyasu. Sólo logró sentir cómo sutilmente el otro Héroe entrelazaba sus dedos con los suyos en un movimiento tímido.

El rubor rojo que comenzaba a notarse en el rostro de Motoyasu hizo que Naofumi reforzara el agarre entre los dos.

— No quiero darte esperanzas falsas. Pero espero conocerte mejor para darte una respuesta.

La respiración de Motoyasu se cortó cuando volteó a Naofumi y vió sus ojos esmeraldas llenos de un brillo gentil que se sentía lejano.

Creyó que jamás volvería a ver esa mirada.

— Naofumi...

Las palabras de Motoyasu se cortaron por el sonido de un cascarón rompiéndose.

Ambos héroes miraron el huevo Filolial partiendose en pedazos para mostrar un pequeño polluelo.
Los ojos del recién nacido fijaron su vista en Naofumi antes de chillar con alegría.

— ¡Es tan lindo! – Naofumi no pudo evitar exclamar, despertando a Raphtalia por accidente.

Motoyasu en cambio, sintió cómo sus ojos comenzaban a picar por las ganas de llorar.

Finalmente sintió cómo el universo lo perdonaba.

— Filo...

[NAOYASU ONE-SHOTS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora