– ¡Amor me voy a jugar con los chicos! –Escuché el sonido de la puerta y mire el reloj de mi muñeca, era algo tarde pero confiaba en mi novio. Además al mediodía habíamos ido a almorzar como salida especial de san valentín.
El día había sido bastante agitado. Mi carrera como modelo estaba creciendo poco a poco, y eso significaba sesiones de fotos, castings y eventos constantes. Me había mudado a Avellaneda desde mi pequeña ciudad natal para seguir mis sueños y también para apoyar a Lautaro en su carrera futbolística en Racing.
Estar lejos de mis padres había sido un sacrificio enorme, realmente los extrañaba muchísimo y ahora entendía a Valen cuando llamaba, pero sabía que era necesario para aprovechar las oportunidades que la gran ciudad me ofrecía porque no es lo mismo viajar esos 200 kilómetros todos los días para poder llegar a los estudios. Aunque estaba muy feliz por mis logros y todo lo que había conseguido a mi edad, no podía evitar sentirme algo sola y abrumada, todos mis amigos estaban en mi ciudad. El mundo de la moda era sumamente competitivo y exigente, por eso después de llegar a casa había pasado la tarde respondiendo correos y preparando mi portafolio para una próxima audición, nunca se sabía cuando iba a llegar una notificación así que tenía que estar preparada.
Lautaro siempre me apoyó en todo, realmente es mi sustento desde que estamos juntos, siempre compartimos una gran conexión y eso es lo que hoy me estaba afectando, sentía una sensación rara en el pecho, algo en su tono y la forma en la que había salido de casa hizo que me de una puntada de duda porque ojo de loca no se equivoca. Pero me sacudí esos pensamientos al recordar la hermosa tarde que habíamos pasado y también porque mi teléfono estaba sonando.
– Maga, amiga de toda la vida, corazón de melón, hermosa de mi corazón. –Afortunadamente no estaba completamente sola. Mi amiga Emma, una fotógrafa que había conocido en una de mis tantas sesiones, también se había convertido en un pilar importante en mi vida. Nuestra rutina semanal era llamarnos y contarnos los pétalos y las espinas de las rosas, o sea la parte buena y mala de la semana.
– Creo que esta vez me va a tocar a mi contar las espinas. –Le respondí con un suspiro.
– ¿Que pasó, colo? –Preguntó Emma algo preocupada, sin embargo no quería preocuparla ni tampoco sacar conclusiones apresuradas sobre mi relación.
– No, nada, fue una semana agotadora. – Traté de ser algo convincente, no quería pensar más en el tema. – Tuve que preparar un montón de cosas y hacer un montón de arreglos con sesiones.
– Bueno amiga, ya va a pasar todo y vas a tener tu momento de tranquilidad. – siempre sentí que Emma se tomaba las cosas bastante a la ligera, como si nada le importara. – Escucha, mañana hay una jodita, tenés que venir sí o sí, entramos gratis.
– No sé, amiga, no tengo muchas ganas y no se si a Lauti le va a copar.
– ¡Dale Magalí! Estás encerrada en tu casa hace una semana, entre que sos re pollera y estás medio bajoneada, es la situación perfecta.
Realmente tenía un punto, casi nunca salía a fiestas, no por el hecho de que no me gusten, pero era bastante quilombo y Lautaro no era muy copado con ese tema, pero una vez sola no le hacía daño a nadie, además hacía calor. – Bueno, lo hablo con mi novio y te confirmo, mañana hablamos.
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