✦ 003

2.4K 117 0
                                    



📍bsas, 2017

Siendo las 03:25 de la mañana, tengo que admitir que no estaba con todos mis patitos en fila, no solo por la cantidad de lágrimas que había soltado el día anterior sino también por la cantidad de alcohol que había ingerido porque había accedido a la propuesta de mi amiga. Ya no tenía nada que perder, ni tampoco a nadie que me dijera si podía salir o no.
La música electrónica que retumbaba en mis oídos y las luces del boliche me envolvían en una burbuja donde por un rato mis problemas parecían menos agobiantes y menos importantes.
El olor a porro también era parte de la escena junto a las conversaciones que se daban a nuestro alrededor. Generalmente, y no es por ser chusma, pero era gente chamuyandose o planeando que es lo que iban a hacer luego de bailar juntos. 

Con Emma nos encontrábamos en casi el medio de la pista junto a unas chicas que nos habían invitado a su rondita para bailar más tranquilas, aunque no pareciera ya que mi amiga se movía con una energía que parecía inagotable. Sin embargo noté mi vaso vacío.

–¡Voy a pedir otro trago! – alcé la voz lo más que pude mientras me acercaba a ella, era bastante difícil que nos podamos entender por los gritos y la música que creaban un ambiente caótico.

– ¡Pedime un "sex on the beach"! – llegué a escucharla antes de caminar hacia la barra, llevándome algunas puteadas de por medio por empujar a la gente, pero es que sino era imposible.

Llegué a la barra y apoyé mis brazos encima mientras mis dedos tamborileaban sobre la superficie pegajosa, tratando de llamar la atención del barman. Las luces parpadeantes hacían que todo se viera a cámara lenta, llegando a marearme un poco y la música vibrando en mi pecho casi como si tuviera su propio pulso.

– ¡Un sex on the beach y un gin tonic, por favor! – grité cuando al fin había logrado captar la mirada del chico.

Mientras esperaba los tragos, un tipo sé acercó a la barra y pidió lo suyo. Me sonrió pero no le presté mucha atención, mis pensamientos todavía estaban en la conversación que había tenía con Lautaro y todavía no entendía como podía haber dicho y hecho todo eso. Aunque traté de enfocarme en otra cosa y disfrutar del presente y de la noche. Después de algunos minutos ya tenía los dos vasos en mis manos por lo tanto me encaminé hacia donde se encontraba toda la multitud.

– ¡La puta madre! – la mala suerte y yo éramos mejores amigas por lo visto porque las dos bebidas que habían tardado una eternidad ahora estaban en mi vestido.
Miré hacia arriba antes de gritar y hacer un escándalo pero me encontré con un rostro que me resultaba algo familiar. Podía notar sus ojos sorprendidos detrás de los anteojos negros que utilizaba.

– ¡Perdón, no te ví! – Se excusó, su voz sonaba vagamente preocupada. – Parece ser que cada vez que nos encontremos nos vamos a chocar, colorada.

Si tengo que admitir, este era uno de los encuentros que más quería evitar. ¿Razones? Tenía muchas.
Era jugador de fútbol, amigo de mi ahora ex novio, de las personas más gatas del mundo y encima villero.

– No pasa nada, ya me voy. – giré mi cuerpo en dirección hacia los baños, ya estaba de mal humor y muy pocas cosas iban a arreglarlo.

– Espera Maga, ¿como estás? ¿todo bien? – sentí sus dedos rodear mi muñeca y darme la vuelta.

– ¿Sos joda, Lisandro? Me preguntas si está todo bien cuando sabes bien que me acaban de cagar y encima me mandaste mensajes. – dije con la peor de las ondas. Hace pocos días que también había lidiado con él por acompañar a Lautaro a Ecuador para que jueguen el campeonato sub-20 y justamente a Lisandro lo habían convocado.

– Dale loquita, ni que Lautaro fuera el rey del universo. – sabía como era y esa actitud sobradora no me iba a comprar.

– ¿Es una joda, no? No necesito ni tu ayuda ni tus frases baratas. – me solté de su agarré que ya me estaba molestando no solo por el toque sino por lo que decía. – Salí de acá porque sos re gato vos.

– ¿Segura que no? Porque yo creo que necesitas algo para olvidar un poco de tu mierda y no es precisamente esto. – apuntó a los vasos que llevaba, ahora vacios. – Vení, acompañame.

Antes de que pudiera rechazarlo de nuevo, me tomó suavemente de la mano y me guió hacía un rincón más tranquilo. Aunque estaba enojada con él, mi mano seguía entrelazada con la suya, debo admitir que era bastante suave.
Llegamos a un lugar un poco más tranquilo, había menos gente, menos ruido e incluso hacía más frío, tal vez estábamos más cerca de la puerta de salida.
Ahí sacó un paquete de pañuelos descartables y empezó a secar las gotas de alcohol que tenía por mi torso.

– Mira, no se que es lo que pasó exactamente entre vos y él. – comenzó a hablar dando un suspiro y con su voz un poco más baja ahora que nos encontrábamos fuera de la música ensordecedora. – Pero yo creo que necesitas un descanso.

Mientras lo escuchaba, sus ojos oscuros se encontraron con los míos. Había una intensidad en su mirada que no había notado nunca antes, como si estuviera buscando algo en lo profundo de mí. Permanecí en silencio, teniendo mi ceño fruncido y desviando la mirada hacia un lado. No quería admitir que tal vez tenía razón.
No quería que él viera que su preocupación me hacía dudar de mi propia determinación de mantenerlo alejado.












































chau era larguísimo
avísenme si les gusta porfa😭

MAMICHULA - lisandro martinez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora