Detrás de cámara, las sonrisas se borraban, solo quedaba el amargo sabor de la soledad, de la agresividad y la pasión.
Quien diría que detrás de esos rostros de ensueño habían monstruos escondidos.
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Utahime tenía una agenda atareada, tenía muchas entrevistas y sesiones fotográficas, al parecer el que Satoru le diera al público indicios de que ambos salían la tenían bajo el foco de forma constante, recibía comentarios tanto positivos como negativos, había despertado el morbo del público y en menos de seis meses había reunido millones de seguidores, de marcas que querían trabajar con ella, y miles de eventos que querían su asistencia.
—Mi linda Hime— Murmuro en el oído de la chica, haciendo que la piel pálida de esta se erizara.
—Basta, en el trabajo no— Gruño la chica apartándose al sentir como él se rozaba con su cuerpo.
—¿Cenaremos juntos hoy?— Gojo la observaba verse en el espejo mientras esta colocaba su distinguido lazo, el cual ahora se había vuelto tendencia gracias a su popularidad.
—No creo, tengo una cena importante— Mencionó sin mirarlo.
Satoru elevó su ceja, porque había revisado su agenda y sabía que ella estaba libre, no quería aceptarlo, pero sentía su estómago apretarse al escucharla decir que tenía una cita con alguien más.
—¿Algún hombre?— Preguntó Gojo, ambos compartieron una mirada a través del espejo, y sabían lo que cada uno pensaba.
—No debería importarte si es un hombre—
—¿Que no puedo preguntar?—
—Si puedes, pero escucho tu tono y veo tu mirada, si sigues así terminaremos lo que sea que tenemos—
Utahime paso por su lado golpeando su hombro, el apretó sus labios sintiéndose enfadado, no con Utahime, consigo mismo por sentirse ridículo y expuesto.
Bien, si ella salía con otros el seguiría su vida como siempre lo había hecho. Se sentía estúpido el haber guardado alguna especie de fidelidad.
—¿Suguro?, ¿Quieres salir a divertirte esta noche?— Su voz cantarina molestaba a Geto, aunque era su mejor amigo Gojo Saturo era una persona llena de ego que sacaba de quicio a las personas con solo una mirada.
—No lo creo, estoy cuidando a Shoko— Murmuro Suguro al otro lado de la línea, Gojo se tensó.
—¿Que le ocurrió?— Su voz ahora era seria.
—Uno de sus dramas, no salió bien, está en cama— Saturo guardo silencio.
—Tendré que salir solo entonces, nos vemos luego— Termino la llamada sintiéndose ahora más fastidiado.
Se sentó en el sofá cercano y pensaba en Utahime, era lo único en lo que podía pensar en los últimos días, haberla probado había desencadenado una adición en el, ahora no sabía cómo sacarla de su sistema sin que fuera doloroso.
—¿Señor, me mando a llamar?— Pregunto la asistente de Utahime con nerviosismo mirando a su jefe.
—Averigua con quien y donde cenará Utahime esta noche— Su orden fue puntual y estricta, su mirada era seria mientras observaba una pequeña fotografía de Utahime, la cual había tomado mientras ella dormía, era linda hasta despeinada y desarreglada.
