Capítulo 13.

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—Suguro, qué diablos te has metido— 

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—Suguro, qué diablos te has metido— 

Satoru había recibido un mensaje de su amigo, de inmediato localizó donde se encontraba, el lugar donde estaba la ubicación en su móvil lo hizo dar un gesto de desagrado.

Porque lo conocía bien.

Ambos habían caído bajo en su juventud, y ambos lo habían superado juntos, las sustancias, era lo único que en su momento más oscuro de sus vidas lo hacían salir de ese pozo oscuro. Para Satoru, cuando el pico de su fama comenzaba, había sido difícil, desde temprana edad dejó su familia, por el simple hecho de que era un prodigio para la actuación, no solo eso, su rostro y personalidad era adictiva para el público.

Satoru se cansó pronto de la superficialidad y el dinero, nada lo llenaba, al igual que su amigo Suguro, quien desde hace mucho tiempo luchaba contra una profunda depresión.

Ambos conectaron al instante porque entendían el dolor del otro, algo que nadie más lo hacía. Ambos compartieron noches de desahogarse el uno con el otro mientras bebían, las palabras a veces sobraban entre ellos.

La compañía del otro era suficiente.

El alcohol no fue suficiente en un momento, probaron más sustancias, compartían mujeres, drogas, y eso los había unido aún más. Hasta que tocaron fondo.

—¡Suguro!— El grito de Gojo resonó en aquella vieja casa, donde constantemente se reunían con su dealer de confianza.

Era conocido por las celebridades del medio, ese hombre era quien se encargaba de proveer a los artistas de sustancias, lo mejor de todo era, que protegía su imagen como figura pública.

La adición fue un problema para Suguro, Satoru aún tenía control de su consumo con las sustancias.

El problema fue cuando Suguro comenzó a ir a ese lugar sin él, Satoru se enfadaba y lo regañaba, pero Geto estaba tan roto en ese momento que su vida no le interesaba.

Hasta que se vio al borde de la muerte por una sobredosis. La historia sería diferente si Satoru no lo hubiera encontrado en aquel baño sucio con sus labios morados, su rostro blanco y la espuma salir de su boca mientras convulsionaba.

—No me hagas esto, por favor, no me dejes— Sollozaba Gojo mientras tomaba la mano de su amigo quien era socorrido por un cuerpo de paramédicos.

Fue la primera vez que Gojo sintió que su alma se rompía, porque para el Suguro era la única persona que tenía y que lo comprendía. Era su hermano.

—No te dejare tan fácil, idiota— Las palabras de Suguro cuando despertó luego de estar varios días inconsciente lo hizo abrazarlo mientras lágrimas caían por su rostro.

Desde ese día ambos se internaron, a pesar de que Satoru no tenía una adición como Suguro, lo hizo para mostrar su apoyo a su amigo.

Cuando ambos retomaron su vida lejos de las sustancias, a sus vidas llegó Shoko, todo cambio. Para Satoru para mal, para Suguro los primeros años fueron los mejores de sus vidas.

DETRÁS DE CÁMARA (GOJOHIME SUGUSHOKO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora