CAPITULO 7 - AMENAZA

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DYLAN

Flashback

La habitación ilumina perfectamente el cuerpo del malnacido, cada respiración que intenta tomar se escucha pesada, probablemente tiene unas cuantas costillas rotas, lo cual no me molesta para nada siendo honesto, disfruto del dolor que está sintiendo y más aún el que le iba a infringir en los próximos minutos, él lo hizo con Ava y de ninguna manera lo iba a dejar pasar por alto, lo observo una vez más antes de rebuscar en mi bata el objeto que me va a ayudar a llevar a cabo el cometido, el aparato vuelve a sonar fuerte debido a los latidos del corazón acelerados.

--- Ya te dije, no sientas miedo de mí, Alexander tiene métodos de tortura, como lo diré --- ladeo mi cabeza y le sonrío --- menos humanos.

Me acerco lentamente, abre mucho los ojos intentando decir algo, pero el dolor de las contusiones no lo dejan decir mayor cosa, abro el estuche metálico, donde encuentro agujas brillantes alineadas, se remueve en su camilla.

--- Vamos a empezar con algo leve – digo en voz baja, alzo la primera aguja que se refleja en la luz tenue de la habitación.

El primer pinchazo fue reconfortante, la aguja se deslizó bajo la uña de su dedo índice, un grito sale de sus cuerdas bucales, los cuales silencio de un puñetazo, se vuelve a remover, intentado alejarse de la tortura, por cada movimiento que realizaba iba clavando las agujas en las partes más sensibles, entre los dedos, y en su cara, cada grito es un puñetazo más, siento como tiembla y lágrimas recorren sus sienes, involuntariamente suelto una carcajada.

--- Vamos hombre, apenas estoy empezando.

--- Ya.. no... más --- dice con su boca inundada en sangre.

--- Eso también te lo decía ella ¿verdad?, te pedía que pararas, pero, ¿lo hacías? – empujo la aguja que se ubica en una de sus sienes, suelta un quejido.

--- Esa zorra, siempre haciéndose la victima --- lo dice tan claramente que me es imposible no asombrarme, lo observo mientras siento como la sangre me hierve.

--- No la vuelvas a llamar de ese modo, como puedes siquiera pensar en ella de esa manera, eres un puto enfermo – saco la aguja más larga del estuche, no pensaba utilizarla, pero dada la situación...

--- No... --- toma un respiración --- no creo que sea más enfermo que usted, lo voy a denunciar, los voy a acabar --- amenaza, me le burlo en la cara.

--- Vamos a ver si te creen más a ti, que a mi --- me acerco observando el rostro amoratado, me viene un recuerdo de ava y aprieto la aguja en mi mano --- yo te voy a destruir a ti, y la patética empresa de tu papi, de por sí ya son un estorbo para Alexander, ahora eres el mío también --- me enderezo y quito la protección que lleva la aguja.

--- Eres un patético doctorcito, sin Ivanova no eres nada --- se ríe y yo lo sigo.

--- Si, como digas niñito de papi – acerco la aguja a su ojo derecho y me mira con terror, sonrío --- ¿se te fue la valentía?, sigue hablando.

--- Usted no puede hacer eso – lo miro enarcando una ceja, acerco la aguja a su parpado ya que el muy cobarde apretó los ojos fuertemente, siento como la aguja de desliza entrando en la piel y un sonido en la puerta me pone alerta.

--- Doctor, disculpe, el padre del paciente acaba de estacionar afuera, creí necesario avisarle --- dice Anastasia sin abrir la puerta, y retiro las agujas rápidamente, frustrado por no terminar lo que iba a empezar.

--- No le vayas a decir a tu papi o te va a ir peor – le paso una gasa bruscamente, oigo el quejido que da cuando meto la gasa dentro de su boca --- No vas a morir tan fácilmente, lo que se viene para ti es poco, espero muy pronto puedas conocer la fosa --- le saco la gasa y la arrojo junto con los guantes al bote de basura, muevo mi mano --- bye.

INQUEBRANTABLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora