Abrió los ojos. Estaba en una sala de hospital. Sus muñecas vendadas y todo en ella se sentía... Extraño.
-¿Y bien?
Un hombre de traje estába sentado a su lado. Tenía los ojos tan azules como...
-¡Eres tú!
-Lo lograste, que molestia. ¿Sabes los problemas que esto me causa?
-Lo lamento. Tenía que volver... Mi hija... Mi esposo...
El hombre sonrió pero está vez había malicia en él.
-¿Y bien? ¿ Lo lograste? ¿Volviste?
Ella frunció el ceño.
-Estoy aquí ¿No? Sin vacío frente a mi.
Él sonrió ampliamente.
-Mirate bien.
Ella bajo su mirada a sus manos. Lucian diferentes. Su piel... Lucia también muy diferente, más pálida y... Mejor cuidada... Ella era un ama de casa, no tenía mucho tiempo para cuidarse en cambio está piel... Era tersa, parecía que sus manos jamás se hubiesen usado para, nada.
Un hombre entro en la habitación. Era alto y apuesto, pero parecía molesto. Más que eso, furioso.
-Bien, ¿Ya estás feliz? Volví, aquí estoy, listo para que me hagas la vida miserable de nuevo.
Mery lo miro asustada pero segura de que el hombre en un momento se disculparia. Seguro se habría equivocado de habitación y no tardaría en darse cuenta. Pero no lo hizo, continúo mirándola furioso.
-¿Ahora no dices nada? ¿Que? ¿También te cortaste la lengua? Ay por favor, dime qué si. Dime qué no volveré a escuchar tu horrible voz.
Eso la molestó.
-¿Disculpa? Acabo de tener un accidente.
-¿Un accidente? ¿Le llamas accidente a cortarte las venas para hacerme volver de mi viaje?
-Yo no...
Mery se volvió. El hombre de ojos azules ya no estaba ahí.
Se levantó en busca de un espejo pero no encontró ninguno.
-Escuchame bien Andrómeda... Andromeda, no te hagas tonta...
Él tomó su brazo pero ella lo empujó.
-¡Dejame en paz! ¡No me toques!
Él rio.
-Tocarte es lo que menos quiero hacer.
-Entonces lárgate. Dejame sola.
Él era más alto que ella, por mucho. Tenía unos ojos verdes que relucian por la rabia y un rostro duro de mandíbula cuadrada.
La miro de la cabeza a los pies con asco y dió media vuelta, saliendo de la habitación.
Mery entro al baño y cerró con el cerrojo.
Frente a ella, en el espejo, la miraba una mujer rubia, de ojos como la miel. Pálida y asustada.
-No... Esto no puede ser... ¿Estoy loca?
Se cubrió la boca con las manos.
-No estás loca... Bueno... No aún.
Se volvió. Ahí estaba de nuevo. El hombre de ojos azules.
-¿Cómo es que...?
-Quisiste volver. Pero tú cuerpo ya no... Estaba en condiciones para contener un alma... Por lo que... Tu alma, busco otro cuerpo, este era el más cercano y entro en él.
-¿Y... La chica...? Me refiero a... ¿El alma de... Está chica?
-La lleve hace un par de días. Aunque los doctores la mantenían con aparatos para no dejar ir su cuerpo... Su alma ya no se encontraba en él. Por eso pudiste entrar. Era como un cascarón vacío. Perfecto para tu alma vagabunda.
Mery se sentó en el inodoro. Sentía que sus piernas no la sostendrían.
-¿Quien eres? ¿Eres... Un ángel?
Él rio.
-Algo así... Me encargo de llevar las almas a su destino... Aunque la tuya... Se me escapó. Pero no importa. Te llevaré tarde o temprano... Nadie escapa de la muerte...
-¿Me... Matarás?
-No, de eso no me encargo yo. Pero cuando eso suceda y vuelvas a morir. Estaré aquí... Listo para tomar tu alma y llevarla a dónde pertenece... Mientras tanto... - el hombre parecía molesto, incluso lúgubre pero de pronto su mirada chispeo y sonrió - me quedaré a ver el espectáculo.
-¿Te... Quedarás?
-Hace tiempo que no veía algo tan divertido. Andaré por aquí... Viendo como te las apañas... Andrómeda.
Ella se miro de nuevo al espejo y vio a esa chica menuda y asustada de nuevo. Cuando volvió a mirar al hombre de ojos azules, ya había desaparecido.

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Entre dos vidas
General FictionMery vive una vida feliz, con su amado esposo Marcus y su hermosa hija Rosy. Hasta que un fatal accidente le corta el futuro y a su amada familia. Decidida a no abandonar a su hija, el alma de Mery regresa a la vida... excepto que... en un cuerpo di...