Marcus

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Mery se quedó de pie sin saber que decir, Samuel la miró un momento y tomó su barbilla para que lo mirara a los ojos, él era tan alto que ella tuvo que levantar la cabeza demasiado.

-Andy... Estás fingiendo ¿Cierto?

Ella negó.

-Lo lamento...

Él frunció el ceño y suspiro, sin aceptar si le creía o no.

-Bien, será mejor que bajemos a cenar.

-¿No será incómodo... Con... Tu hermano y...?

Él rio.

-Creeme, será incómodo contigo o sin ti.

Tomó su mano y comenzó a guiarla hasta el comedor.

Cómo todo lo demás en esa casa, el salón comedor era hermoso. Pulcro y brillante.

Su ahora esposo estaba ya sentado a la enorme mesa junto a un hombre enorme, de cabello largo y rubio que llevaba atado en una coleta.

Mery abrió mucho los ojos. Era Helios. El magnate cabeza de la familia Fregattcci. Había heredado todos los negocios familiares después de que su padre y su hermano murieran.

Mery miro a Demian, sus ojos verdes destellaban odio, la miro, después a su hermano, después, para su horror, sus ojos bajaron hasta sus manos entrelazadas y por un momento pensó que se levantaría pero ella soltó la mano de Samuel inmediatamente.

Demian la miró de nuevo y entrecerró los ojos, la evaluaba... No le creía nada de la supuesta amnesia.

-Ah, ya estás aquí, Andrómeda. Bienvenida a casa - soltó Helios con una enorme sonrisa, a decir verdad, todo en ese hombre era enorme.

Ella fingió una sonrisa.

-Ella, no te recuerda tío... Recuerda su... Amnesia - soltó Demian.

Helios sonrió.

-Entonces me presento, soy Chris Fregattcci. Tu tío... Político pero... En fin... Familia.

Le extendió su mano y ella se acercó, tímida y temerosa y la tomó.

-Un placer... Ammm...

No sabía que más decir o hacia donde mirar por lo que agradeció enormemente cuando Samuel la tomó por él hombro protectoramente y la sentó en una silla.

Un momento después llegó la chica rubia que la había saludado hacia unos minutos.

Se sentó sin mirar a nadie, parecía molesta.

-Llegas tarde - soltó Helios a la chica pero ella llevaba audífonos por lo que no lo escucho -  Iris... ¡Iris!

Helios golpeó la mesa y la chica lo miro.

-Quitatelos.

Ella hizo una mueca, rodo los ojos y se quitó los audífonos.

-¿Que?

-Sabes bien que no puedes llevar eso en la mesa.

-Estoy aquí ¿No? No estoy incumpliendo la estúpida regla de cenar en familia.

-Nueva regla. Sin aparatos electrónicos en la mesa.

Ella se cruzó de brazos pero no dijo nada. Solo le lanzó una mirada llena de odio al rubio.

-Te dije que sería incómodo - soltó Samuel en su oído.

-Tampoco secretos, Samuel - soltó Helios llenado su copa de vino.

Entre dos vidas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora