Capítulo 34

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24 de diciembre
Víspera de Navidad

El chocolate caliente que había preparado Ciize estaba delicioso. Tenía el toque de amargura y dulzura perfectos para el paladar de Milk, eso acompañado de unos bombones a medio derretir por lo caliente del líquido marrón.

Ciize estaba sentada frente a ella, mojaba una galleta de cacao en su chocolate. Parecía que estaba probando el divino maná de los cielos, la expresión en su rostro era de disfrute puro.

Aún estaban con sus pijamas puestos y con el cabello alborotado. La hora marcaba las 8:05 am. Ese día por pedido del doctor Nattawin se tomarían el día libre de prácticas en el Hospital.
Para Milk ese día sería un día sin trabajo gratis pero, para Ciize era otro caso. La pequeña se había liberado de ir al Hospital pero, aún le quedaba el turno tarde en la cafetería y algo le aseguraba que estaría repleto de personas en especial niños locos por los postres.

– ¿Estás listas?– Ciize salía de la ducha.

– Aún estoy en esto.– Milk mostraba el cepillo de cabello.– A veces quisiera poder cortarlo así de pequeño.

– Noooooo.– Ciize corrió hacia su novia y terminando abrazándola por los hombros.– Amo tu cabello así de largo.

– ¿Eso significa que no me quisieras si estuviera en quimioterapia?.–

– Querida ¿No crees que estás exagerando?.– Ciize dejó un beso en la mejilla de la pelinegra y fue a su armario.

– Es que si estuviera en quimioterapia perdería el cabello y pues...– Milk fue interrumpida por la toalla de Ciize chocando con su cabeza.

– Vosbein, aún así estaría contigo.–

Milk, revisó qué objeto había impactado en su cabeza. Al notar que era la toalla de Ciize levantó la mirada con una sonrisa pícara. La pelinegra se encontró con su novia que sólo llevaba puestos unos boxers cacheteros que dejaban ver lo bien formados que tenía sus glúteos.

– Rutricha ¿Esa es una invitación o algo así?.– Dijo mientras se paraba y caminaba en dirección de Ciize. Iba decidida a hacer lo que tenía en mente.

– ¿Invitación?...–

La pequeña chica no pudo decir nada más porque había sido levantada por las piernas y por instinto se abrazó al cuello de la pelinegra.
Milk ahora la tenía en su posición favorita, amaba tener a Ciize de esa manera.
Sostenía a su novia por los glúteos mientras su nariz viajaba desde la curva de su cuello hasta su hombre, donde dejaba un suave toque de labios.

Ciize estar desnuda de la parte superior dejaba notar como su piel ahora estaba escarapelada.

Milk, llevó sus labios desde el hombro derecho de Ciize hasta el lóbulo de su oreja.

– Hueles demasiado bien señorita Rutricha.–

– Y usted es demasiado hormonal señorita Vosbein.– Dicho esto Ciize inclinó su cuerpo hacia atrás logrando hacerlas caer contra el colchón.

Ahora las manos de la pelinegra estaban a los costados de la cabeza de su novia. Las piernas de Ciize aún estaban al rededor de sus caderas.
Milk tenía los ojos perdidos en el cuerpo de su chica.

Era temprano por la mañana así que había muy buena iluminación en el departamento. Por la ventana, a través de las cortinas color ceniza se colaba una muy buena columna de luz que daba directo a la cama donde ambas chicas estaban acostadas una encima de la otra.

Para Milk era casi celestial el poder tener de esa manera a su novia. Su cabello aún estaba un poco mojado pero, tenía el aroma que ella amaba. Sus labios carnosos entre abiertos la invitaban a besarla sin parar. Sus ojos ahora por la luz se veían más claros de lo habitual, era un marrón muy hermoso, casi brillante, tan profundo que parecía leer sus pensamientos. Sus pupilas se veían más grandes de lo normal.
Su cuello era del tamaño perfecto. Sus clavículas, le daban un toque sensual a su torso. Sus pechos eran de la proporción perfecta. Su abdomen, estaba naturalmente definido. Su cintura, tenía la silueta perfecta que amaba trazar con sus manos.

NOSOTRAS [MilkCiize]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora