CAPÍTULO CINCO

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El olor a quemado se impregna en sus fosas nasales y, aunque la chica intente por todos los medios, no consigue aplacar esa horrible peste

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El olor a quemado se impregna en sus fosas nasales y, aunque la chica intente por todos los medios, no consigue aplacar esa horrible peste. Mira hacia arriba, viendo a los pájaros huir de sus hogares y reunirse en un círculo que rodea la isla desde el cielo, contaminado por una humareda asfixiante. Isis puede escuchar a Moda toser, aunque ella trate de ocultarlo; y tiene que esforzarse por no seguir su ejemplo. Sus ojos lloran, intentando de alguna forma expulsar ese gas indeseado pero obstruyendo su vista en el proceso.

Para su desgracia, el fuego no solo consigue obstaculizar su vista, sino que también se encarga de confundir a su oído. Por eso, cuando algo se aferra a su pierna, la toma totalmente por sorpresa. No es hasta que ve la cabeza rubia manchada de ceniza que la joven repara en el niño que llora, tirando de su pierna y mirando detrás suyo.

"¡Joe, Moda!" Los llama, provocando que ambos detengan su carrera ipso facto. Ambos se percatan de la presencia del infante y dan marcha atrás a una velocidad sorprendente, agachándose a la altura del crío para inspeccionar posibles heridas, pero este llora y sigue tirando de la pierna de Isis con desesperación. Ella se agacha.

"¿Adonde vamos?" Es lo que le pregunta. Cuando ve que le han entendido, el niño suelta la pierna de la albina y corre hacia el interior del incendio. Moda y Joe se miran entre sí, dubitativos, pero Isis corre sin pensarlo una segunda vez tras el rubio de ojos marrones. Tiene que esquivar ciertos desprendimientos de ramas en llamas y que saltar algunos troncos ya caídos y rocas, pero por fin llega a donde sospecha que es el sitio al que el niño quería llevarle, sorprendida por ver que el lugar está absolutamente intacto aún estando rodeado por las llamas.

Debajo de un tronco que no está en llamas, está atascado el pie de una niña, que al ver que su amigo ha vuelto rompe a llorar de alivio y a estirar los brazos en su dirección.

"¡Ayuda!" Exclama con la voz rota y afónica. Isis inspecciona sus alrededores, observando que están en una zona que pronto será consumida por el fuego. Se gira hacia atrás, encontrando no solo que sus dos compañeros no la han acompañado, sino que su salida está completamente cerrada. Suspira, sintiendo su cuerpo entero temblar, antes de correr hacia la chica.

Ya pensaré cómo salir después. Lo primero es lo primero. Piensa, tratando de concentrarse en una sola cosa a la vez. Examinando el tronco, la reencarnada puede notar que aunque no está en llamas, está bastante debilitado, por lo que plantea la opción de cortarlo con su katana. La saca, asustando a la niña en el acto.

"Tranquila." Dice, acariciando con cuidado el cabello negro de la chica. "¿Cómo te llamas?"

"Andrea." Contesta, conteniendo sus lágrimas.

"Bien, Andrea." Se incorpora, afirmando el agarre en su katana. "Necesito que cierres los ojos fueeerte, fuerte." Indica con una sonrisa tan amplia que la morena siente todos sus nervios relajarse. La niña obedece, y sin darle una segunda mirada al rubio, que se muerde las uñas estresado, Isis lanza una estocada a una parte del tronco que se encuentra a la derecha de Andrea. Hasta la albina se sorprende cuando la madera se parte limpiamente y sin mucho esfuerzo. Más relajada, lanza otra estocada, esta vez a la izquierda de la niña, reduciendo así la masa que tiene que apartar lo suficiente como para poder levantar el tronco con una mano y ayudar a la morena a levantarse con la otra.

Operación: salvar a Thatch | PORTGAS D ACEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora