Ghost (Jotaro x tú)

Capítulo 41

____'s POV

Eran las 5 am del lunes, desperté cuando la alarma de mi celular me timbró en el oído, aunque, para ser honestos, no dormí profundamente, tenía una aversión a hacerlo desde que siempre tenía pesadillas aún, que variaban desde experimentar mi propia muerte hasta lo experimentado con mis "amigos". En fin, me senté en la cama, la madrugada era más fría que la del día anterior, por lo cual provocó que mi herida me doliera demasiado. Bufé un poco por el dolor y me dirigí al baño para darme una ducha y alistarme para ir a la universidad, pero no podía dejar de pensar en cómo me iría en primer lugar, ya que, pensé, Jotaro no vendría por lo que había sucedido hacía apenas unos días.

Oh no, otra vez

Recordé lo que sucedió, mis labios me hormiguearon de nuevo, quise dejar de ahondar en el tema, pero era como si mi cerebro quisiera dejar esos recuerdos correr libremente sin algún tipo de pena, era como para dejarme en claro que ese evento no se borraría nunca, aunque yo tratara de hacerlo, estaba tatuado en mi cabeza... y en mis labios.

Sacudí la cabeza al sentir mi temperatura corporal elevarse en un chasquido, froté mis ojos con el dorso de mis manos mientras dejaba que el agua templada bajara por mi cuerpo y sintiera cómo mis músculos dañados en la zona de mi torso y de mi espalda se contrajeran al más mínimo roce de cada gota de agua que se atreviera a cruzar la zona entre rugosa y lisa de mi piel, haciendo que tuviera una sensación incómoda pero ya muy usual en alguien tan dañada como yo.

Entre más trataba de distraerme de dicha escena mental, más intensamente se mantenía en mi memoria, tan es así que comencé a sentir mi corazón acelerarse a tal punto que parecía querer salir rebotando de mi pecho por todo el azulejo del baño. Inhalé profundo para tratar de calmarme, no sé por qué me sentía así, no sabía si esta era una reacción de nerviosismo, coraje o emoción. Después de mi ducha, me vestí y me dirigí a la entrada de mi casa, mis padres aún estaban dormidos, estaban muy cansados por tantas juntas imprevistas en estos pasados días, por lo que no quise despertarlos.

Al cruzar por la sala mi celular vibró, fue entonces que la notificación de un mensaje en mi buzón de entrada hizo que sintiera un vuelco en el pecho.

Jotaro: Ya estoy afuera.

Creo que preferías llegar en autobús que con él...

Bufé por lo bajo, sentí un nerviosismo extraño en el pecho, además de un poco de vergüenza ajena, no podía creer lo osado que él era, aunque bueno, Jotaro no era alguien fácil de intimidar ni de cohibir después de todo, él era necio como las mulas.

Pensé que tal vez él había dejado eso de lado como un desliz, algo que sucedió por accidente por el estrés qué él estaba sintiendo en ese momento y que no supo cómo reaccionar, después de todo, las acciones que le preceden no me daban a pensar de otra, realmente Jotaro no es un culto en las emociones tanto suyas como las de otros.

En fin, tomé aire y salí de mi casa en silencio, en efecto, como usualmente era, él estaba frente a la puerta de mi casa, esperándome en su automóvil, vestido con esos atuendos que abundaban en blanco.

Él, al verme, abrió la puerta del copiloto, yo me aproximé y me senté, no dije nada y no tenía pensado hacerlo, la verdad es que el silencio que se formó fue demasiado denso e incómodo que se podía palpar con la yema de los dedos. Pasó un breve silencio después de que él iniciara el motor de su auto y comenzara a transitar las vacías calles de esa colonia tan familiar para él hasta este punto de nuestra existencia.

Jotaro: ¿Estás bien? - preguntó con los ojos fijos en el camino, su voz se oía algo ronca, como si estuviera enfermo.

Fue entonces que olí que su ropa despedía olor a cigarro.