7- No podía ser bueno

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Esa noche durmieron abrazados, Dereck no se movió en ningún momento no queriendo dañar a su compañera. Despertó primero y se tomó unos minutos para admirarla. La luz era escasa pero suficiente para apreciar sus finos rasgos. Dejó la cama lentamente cuidando no destapar a la humana. Se dio una corta ducha para luego vestirse y comenzar con sus tareas diarias. Cuando el sol alumbró la mitad de la habitación decidió despertar a su compañera. Acarició sus mejillas y esperó pacientemente a que abra sus ojos. Alguien tocó la puerta.

-¿se puede?- preguntó su madre asomando la cabeza

Dereck miró a la humana para asegurar su respuesta. Recibió un asentimiento.

-Claro- respondió

La loba entró a la habitación con una sonrisa que Isabel creía era imposible tener tan temprano en la mañana.

-Hola- la saludó- ¿Cómo estás hoy?-

Su rostro se enrojeció y bajó la mirada. Subió las sábanas a su pecho intentando cubrir su cuerpo.

-Mm bien, gracias-

-Me presento, me llamo Elizabeth, soy la madre de Dereck-

Elizabeth mantuvo una distancia prudente para no incomodar a su nuera.

-Mucho gusto señora-

-No me digas señora, me haces sentir mas vieja de lo que soy- se rio con carisma.

-De acuerdo-

Su cara se volvió mas roja que antes, su lengua tembló. Toda ella estaba envuelta en nerviosismo.

-aww dulzura, no estés nerviosa, no tienes por qué estarlo-

Elizabeth les informó que el medico no podría asistir a la mañana por lo que Isabel debería quedarse en la habitación con la calefacción resguardada de las bajas temperaturas. Se encargó de subir su desayuno y hacerle compañía mientras la ponía al tanto de las costumbres de la manada. Allí fue donde se enteró de la gala de presentación y de los rituales previos al casamiento. La loba la tranquilizó diciendo que su hijo no apresuraría la ceremonia y esperaría para cortejarla como es la tradición.

El medico llegó a la casa de la manada cerca del mediodía interrumpiendo el entrenamiento del alfa. Ambos se dirigieron a la habitación donde la humana se encontraba ya cambiada y con todo el abrigo que pudieron conseguir en la mansión. Luego de media horas de preguntas y una revisión física, el doctor determinó que la humana ya podría salir de la habitación sin dejar de abrigarse.

Elizabeth junto a dos betas muy amables se encargaron de mostrarle la casa y le prometieron salir a recorrer el centro de la manada una vez el alfa hubiera terminado su entrenamiento. Curiosa por saber a que entrenamiento se referían se asomó a la parte trasera de la casa con la taza humeante de té, indicado por el médico. La humana quedó embelesada observando a los niños y niñas de la manada entrenar con su ahora compañero. Nunca había visto tanta paciencia y dedicación. Realmente todos los guerreros disfrutaban de la tarea de enseñar a los pequeños, no habían gritos ni golpes o no al menos golpes que no sean parte de la pelea.

Cuando un grupo de dos niñas y un niño se comenzaron a quejar por hambre el entrenamiento se terminó y todos los cachorros corrieron al lado este del jardín, donde había una gran mesa con comida lista para ellos. El alfa le sonrió a Isabel y la invitó a comer con ellos a lo que accedió feliz.

-Tyron ponte un abrigo- demandó el alfa a uno de los niños que comía en la mesa

- ¿Te gustan los niños?- preguntó

-La familia siempre es lo más importante, y toda la manada es familia, luna-

Luego del gran almuerzo, Elizabeth cumplió su promesa de enseñarle el centro de la manda. Visitó el pequeño centro comercial de dos pisos y el gran parque donde adolescentes y niños convivían amenamente. Se quedó enamorada de la arquitectura de la escuela y el hospital especial para humanos. Tomaron la merienda en un hermoso café y hablaron de Dereck hasta que el sol se había ido casi por completo.

El trayecto a la casa de la manada fue silencioso, en algunos momentos Elizabeth le preguntaba cosas de su vida pasada a Isabel, pero intentaba no ahogarla en preguntas. Una vez toda la familia cenó la humana le pidió a su compañero ayuda para subir al primer piso. Dereck la condujo al baño de su habitación, la dejó sola para que pueda tener intimidad y luego la ayudó a llegar a la cama, aunque ella no se lo hubiera pedido. La arropó muy bien asegurándose de que no pasara frío y se recostó a su lado en silencio, mirándola a los ojos. Hasta que Isabel decidió hablar.

-Dereck.... Yo quería pedirte perdón- dijo mirando al techo

-¿Perdón? ¿Por qué?- se alarmó

-Porque, no me puse reservar para ti- contestó con las mejillas encendidas

-Cariño- tomó con suavidad su rostro – No me importa que no seas virgen, yo tampoco lo soy-

-No es eso- dijo temblando

-Isabel ¿Qué sucede?-

-Yo ... me violaron- susurró – estoy sucia- sollozando

-No digas eso- la abrazó mientras sentía como las lágrimas mojaban su pecho

-No estas sucia, nada de lo que te pasó fue tu culpa-

Amor de alfa [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora