2- Dereck

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Dereck se encontraba de camino a su hogar, durante cinco meses estuvo recorriendo las manadas del sur en busca de su compañera. Sus últimas dos semanas de búsqueda las pasó en la manada luna azul. La hija adoptiva del alfa estaba desaparecida y creía que fue raptada, por lo que todas las posibles entradas o salidas estaban altamente vigiladas.

Miraba los arboles que rodeaban el limite de su territorio, suspiró, había extrañado su lugar. Seguro sus padres habían preparado una apetitosa comida para él. Nada como la comida de casa, pensó. Se sentía cansado, no había dormido por la ansiedad que le producía la vuelta a casa. Era difícil volver sin ni siquiera un indicio de donde podría estar su compañera.

-Llegamos- Anuncio el chofer

-Bienvenido hijo- su madre lo abrazó cuando salió del vehículo

-Comienzo a pensar que está muerta- Comentó mientras entraban

Su madre lo acaricio en la mejilla y pasó un mechón de pelo detrás de su oreja.

-No pienses eso, va a llegar cuando menos te lo esperes-

-Mamá la estoy buscando desde hace 2 años, ya visité todas las manadas- resopló como un niño

Se sentó en la amplia mesa rectangular del comedor, sus padres en frente con las manos entrelazadas. Ya sabía lo que vendría. Su padre siempre le contaba la misma historia de el lobo negro que se enamoraba de una loba blanca. Era una especie de leyenda que todos los licántropos del mundo conocían.

-Hijo, eres un alfa negro, existe la posibilidad de que se cumpla la profecía-

-Todas las lobas blancas que conocí estaban apareadas- replicó

-¿Quieres lasaña?- Interrumpió su madre

-Claro, aprovecharé el invierno para comerla todos los días-

-Como si necesitaras que sea invierno- Se rio su padre mientras iba hacia la cocina

Su padre le sirvió un plato abundante y le hizo compañía mientras lo comía en silencio. Realmente nunca le había prestado atención a la leyenda, ni siquiera creía que sea una profecía. El mundo estaba lleno de lobos blancos y negros ¿Qué tiene de especial? Realmente quería creerle a su padre y pensar que una loba blanca llegaría a él, pero los últimos 2 años de su vida le decían que eso no sucedería. Todos sus amigos habían encontrado a su compañera y algún compañero en ocasiones, pero el aún estaba solo.

No quería sentirse así, y sabía que nadie lo juzgaba, pero no podía sacarse de la mente la idea de que era un fracasado y un inútil. Tal vez él no tenía que ser el alfa de su manada.

Del otro lado del bosque, unos cuantos metros alejada de la casa del alfa se encontraba Isabel. La muchacha, perdida y cansada solo buscaba alguna cueva o árbol lo suficientemente grande para poder protegerse un poco del viento frío. El dolor punzante en los píes y la sensación pastosa en la boca hicieron que se distraiga en el camino y terminara en el territorio de una manada desconocida. Sabía que la iban a matar en cuanto la encuentren, pero no tenía fuerzas para correr.

-¡Ey tú, este no es tu territorio!-

Solo quería correr sin mirar atrás pero el cansancio no se lo permitía. Sintió su cuerpo caer y su vista se nubló por unas manchas negras cada vez más grandes.

-Estas en problemas-

Fue lo ultimo que escuchó antes de rendirse a la inconciencia 

Amor de alfa [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora