Capítulo 20

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El día había llegado, la editorial amaba la idea de que buscáramos a Marisol porque así yo podría escribir mi segundo libro, una especie de diario para expresar mis sentimientos y experiencias durante la búsqueda. Aunque había sido mi idea, no me sentía realmente seguro de querer hacerlo, puesto que la noche cuando escribí la carta a Marisol había desenterrado mis sentimientos y aquella experiencia me hizo darme cuenta de que no estaba mal dejar ir a una persona. Me sentí muy conectado con la divinidad. Yo creo en un Dios que está presente en cada lugar del universo, y mientras escribía aquella carta me había sentido unido al todo, incluso unido a Marisol.

Cuando nos aferramos a alguien creamos una falsa idea de separación e individualidad, pero si somos realmente conscientes como para observar el mundo, nos podemos dar cuenta de que todo está conectado, que todo está pasando ahora mismo, que el pasado, presente y futuro son solo una ilusión que nos permite vivir esta vida como la conocemos. Me había dado cuenta de que nunca perdí a Marisol y que su amor seguía vivo dentro de mí, y eso duraría para toda la eternidad, sin importar si estamos juntos o no. De hecho, comprendí que nunca me he separado de ella porque todos siempre estamos conectados, y nuestra historia durará para siempre, ya que su amor ha marcado todos los días de mi existencia. Ojalá hubiera comprendido eso antes y no hoy que estoy viejo y metido en miles de compromisos.

Había estado esperando toda una vida para reencontrarme con Marisol, y justo cuando tenía la oportunidad de hacerlo, las dudas en mi mente me atormentaban. Me puse a pensar en los miles de jóvenes que leerían mis libros y seguirían aferrados a su primer amor, cuando por otro lado yo podría ayudarles a que vieran ese pasado con amor desde otra perspectiva más madura, la cual yo tardé años en ver. Si pudiera regresar el tiempo, me abrazaría con mucho más amor, lloraría con un poco de alegría y bendeciría a Marisol por darme la oportunidad de saber cuánto amor tengo para dar.

No necesito verla de nuevo porque sé que nunca dejé de estar junto a ella. Ella vive en el reflejo del espejo que muestra mi rostro cada mañana, puesto que este hombre es quien es por el gran aprendizaje de su gran primer amor.


Vayas a donde vayas,

llevas la marca de mi amor,

y aunque sé que lo callas,

aun recuerdas mi sabor.

Siempre seré la sombra,

de tus nuevos comienzos,

la mancha de vino en la alfombra,

la pintura de tus lienzos.

Nunca podrás borrarme,

pues mi amor era bonito,

solo vas a recordarme,

de aquí hasta el infinito.


Abrazos gratis, tengo el corazón roto.Where stories live. Discover now