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¿Que tan cruel podría ser la vida?, a veces la vida no llega a ser justa y eso es lo que siempre decía Sumiyoshi Kamado pensando en lo que hizo para tener una vida un poco cansada, será feliz con su mejor amiga Suyako y su hija a quien con gusto decidió darle su apellido para que tuviera una buena vida, era mucha felicidad incluso no solamente eran ellos tres sino también era aquel samurai que les salvó la vida desde ese momento apreciaban más la vida que antes y todos los días era una nueva aventura hasta que una noche donde no estaba ese samurai, el joven Kamado escuchaba muchos ruidos asi que despertó silenciosamente a Suyako, la chica no entendía mucho el concepto de no hacer demasiado ruido así que le dió la orden de que bajara al pueblo con la bebé así sin decir nada contradictorio ella se fue de la casa que en ese momento fue atacada por un demonio y el no tenía idea como defenderse pero lo iba a intentar por preservar su cabaña aún así aquel boticario que dejó de lado para vender carbón estaba mal herido por defender lo poco que tenía siendo valiente en enfrentarse a un demonio con un hacha así este se le acercó para ver a Sumiyoshi tratando de calmarse después de la herida que le hizo, el boticario no sabía que tenía enfrente a Muzan asi este admiro un poco a Sumi en ser tan valiente que sin ningún consentimiento lo convirtió en un demonio, su primera sensación de Sumiyoshi fue desesperación por querer matar gente para calmar su hambre, luchaba por guardar un poco de su humanidad pero su hambre de matar era incontrolable así Muzan solo sonreía y obligaba a Sumiyoshi tratar de comer pero al parecer no sentía que tenía en su control al joven y eso lo hizo enfurecer que en un intento de matarlo aquel boticario sin saber lo que había hecho le había rasguñado la cara al otro así volviéndose demasiado territorial que no sabía dónde sacaba tanta fuerza para seguir luchando hasta que llegó en ese momento los primeros rayos de sol obligando a Muzan escapar del sol y dejando a Sumiyoshi a la deriva que se quemará pero el ingreso a la casa a esconderse en el futón sin que le pegará la luz solar.

Yoriichi llegó sin decir una sola palabra y todo estaba en silencio, un silencio tan estremecedor que aquel samurai entro a revisar si estaba Suyako y Sumiyoshi pero no veía a nadie pero había sangre en el suelo así se apresuró a revisar las habitaciones así recordando lo que había pasado con Uta que llegó a una en específico así antes de abrirla se escuchaban gruñidos aún así decidió entrar y veía unos hermosos ojos carmesí observando escondido en el futón que Tsugikuni con su katana levantó un poco aquel futón haciendo enfurecer al demonio pero no era tonto ya que si lo hacía moriría ahí en ese momento pero Yoriichi pudo reconocerlo y supo que era el joven que vendía carbón al pueblo de abajo, se preguntaba que fue lo que sucedió asi que salió de la habitación para examinar la situación y vio la hacha con sangre asi que supuso que pelio para no ser asesinados pero no veía a Suyako y a la pequeña que después le preguntara un poco a Sumiyoshi, al caer el atardecer, sumi salió un poco de la habitación y al ver todo oscuro se levantó para ver lo que habia pasado y al escuchar ruidos otra vez se puso en guardia ya que se había vuelto más territorial era momento de atacar pero vio un pequeño ratón de campo que no dudo en abalanzarse hacia el pequeño animal y comerlo sin piedad alguna, estaba necesitado de sangre asi que al comer ese pequeño ratón sacio su sed, Yoriichi lo veía así el joven volteo y vio directamente al samurai así esperaba que lo matará pero sucedió todo lo contrario, se acercó al chico y obviamente tenia su katana afuera por si se complicaban las cosas pero el de cabellos burdeos lo miro y comenzó a llorar así mostrando sus grandes colmillos, al parecer no había perdido por completo su humanidad pero debía estarlo vigilando todo el tiempo, se sentaron a ver la luna así Yoriichi quería preguntarle cómo sucedió para que terminará siendo un demonio...

-No lo sé...todo es borroso pero había un hombre alto, cabello azabache y de ojos rojos llenos de ira...como los de un gato - le dijo a Yoriichi

-Entiendo...- dijo sin alguna expresión - Tranquilo...no llores Sumiyoshi

Dos soledades - YoriiSumi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora